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Ahora bien, como nuestra humilde Sociedad tiene
el mismo fin y casi la misma mies evangélica
señalados por sus Constituciones que las ya
encomiadas Congregaciones, se piden humildemente
sus mismos privilegios. Y se pueden además añadir
algunas peculiaridades suyas que conviene anotar:
1. La naturaleza de la Congregación, que por
estar desprovista de todo recurso material,
necesita de la ayuda de especiales privilegios
para que, en medio de tantas tempestades de los
tiempos, pueda consolidarse y mantenerse.
2. La multitud de Socios, Alumnos, Colegios y
Hospicios, cuyos Rectores han de acudir a la Santa
Sede por nuevos casos y dudas graves que provienen
de las dificultades que en la correspondencia con
los distintos Ordinarios de los lugares se
suscitan casi por igual.
3. Las Misiones en lugares distantes, ya
aceptadas, y las varias casas de cuya apertura
allí se trata, hacen muy difícil el recurso
frecuente al Romano Pontífice, para conseguir las
oportunas facultades.
4. Las circunstancias especiales de los lugares
y de los tiempos, que parecen aconsejar que
prudentemente se haga mucho, pero que no se
publique (multa facere sed non patefacere).
Simplemente anotadas estas cosas, todos los
Salesianos de rodillas a Tus pies, Beatísimo
Padre, suplicantes te pedimos que concedas por
comunicación a nuestra Congregación las
facultades, privilegios y gracias espirituales que
gozan otras Congregaciones y nominalmente la
Congregación del Santísimo Redentor, esto es: como
si le fueran concedidas especial y expresamente y
de igual forma e igual equiparada a la
Congregación Salesiana y expresadas palabra por
palabra y con idéntica intención.
Por medio de esta comunicación, Beatísimo
Padre, ya tiene la Sociedad Salesiana un camino
expedito y seguro a seguir: los Ordinarios de los
lugares conocerán todos los privilegios de que
goza, especialmente en las Misiones que hemos de
aceptar y en las casas que hemos de abrir en
regiones distantes.
Mientras todos a una pedimos esto, con todo el
corazón elevamos a Dios nuestras súplicas para que
Tú, Beatísimo Padre, nos concedas sólo lo que
juzgues que será mejor en el Señor, para utilidad
nuestra y provecho de las almas.
JUAN BOSCO, Pbro.
((**It11.564**))
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MONSEÑOR FRATEJACCI A DON BOSCO
Veneradísimo y queridísimo don Bosco:
Al mediodía de hoy se ha levantado la sesión de
la Comisión de los cardenales Patrizzi, Bizzarri,
De-Luca y Martinelli, reunida desde las nueve para
discutir la instancia de don Bosco, y presente el
Secretario monseñor Vitelleschi. Estaba yo en la
antecámara del cardenal Patrizzi, por lo que pude
acercarme al cardenal Martinelli en el momento de
la salida y enterarme en breves palabras del
resultado de la reunión. Pero, no satisfecho con
ello, he pedido audiencia al Cardenal Vicario, a
quien llegué el primero después de esta reunión;
le referí brevemente un asunto de mi incumbencia y
luego le pregunté por el resultado de la instancia
de don Bosco. El amablemente
(**Es11.473**))
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