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III. Asociación Salesiana
1. Este piadoso Instituto, definitivamente
aprobado por la Iglesia, parece que puede ser
propuesto como vínculo estable de unión.
2. Su fin principal es establecer una forma de
vivir como ((**It11.537**)) buen
cristiano que sinceramente desea salvar la propia
alma y conseguir, al mismo tiempo, para su corazón
esa paz que en vano se busca en el mundo.
Ciertamente muchos se retirarían de buena gana
a un claustro; pero unos por su edad, otros por su
salud o condición de vida, no pueden de ningún
modo hacerlo. También éstos en medio de sus
ordinarias ocupaciones, en el seno de la propia
familia pueden unirse a los que, de hecho, viven
en la Congregación, gracias a esta asociación. Por
tanto, ésta podría considerarse como una especie
de las antiguas Ordenes Terceras, con la
diferencia de que aquéllas se proponían la propia
perfección cristiana con el ejercicio de la
piedad; y aquí se tiene como fin principal la vida
activa en el ejercicio de la caridad con el
prójimo y especialmente con la juventud en
peligro. Esto constituye el fin específico de la
Asociación.
IV. Manera de cooperar
Los asociados salesianos no deben limitarse a
palabras, sino que deben llegar a las obras.
Hagan, pues, consistir su celo en cultivar
señaladamente la mies de la Congregación, a la que
se quieren asociar.
1. Sea, por tanto, actividad del asociado
promover novenas, triduos, ejercicios espirituales
y catequesis, especialmente en aquellos lugares
donde faltan medios materiales y morales.
2. Y como en estos tiempos se hace sentir
gravemente la penuria de vocaciones para el estado
eclesiástico, los que se hallen en condiciones,
cuídense de los jovencitos que, dotados de las
necesarias cualidades morales y con aptitud para
los estudios, diesen indicios de estar llamados,
ayudándoles con buenos consejos y encaminándoles a
aquellas escuelas y colegios en los que pueden ser
atendidos y dirigidos a este fin.
3. Oponer la buena prensa a la irreligiosa, con
la difusión de libros buenos, hojas, folletos,
impresos de todo género en aquellos lugares y
entre aquellas familias que se considere prudente
hacerlo.
4. Por fin, la caridad de los muchachos en
peligro: recogerlos, instruirlos en la fe,
dirigirlos a las funciones sagradas, aconsejarlos
en los peligros, conducirlos a donde puedan ser
instruidos en la Religión, constituyen la mies en
la que se invita al asociado a ejercitar su celo.
El que no pueda prestar estas obras por sí mismo,
podría hacerlo por medio de otros, como sería
animar a un pariente o amigo a que le ayude. Se
puede cooperar con la oración o proporcionando
medios materiales, en donde fuere menester. Los
fieles primitivos llevaban sus riquezas a los pies
de los apóstoles, para que se sirvieran de ellas
en favor de las viudas, de los huérfanos y de
otras graves necesidades.
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V. Constitución y gobierno de la Asociación
1. Pueden inscribirse en esta Asociación todos
los que han cumplido dieciséis años, con tal de
que tengan firme voluntad de conformarse con las
reglas establecidas en ella.
2. La Asociación esta humildemente recomendada
a la benevolencia y protección del Sumo Pontífice,
de los Obispos y de los Parrocos, de los cuales
dependera absoluta e ilimitadamente en todo lo que
se refiere a la religión.
(**Es11.451**))
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