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noche. Gritaron íViva don Bosco! Y desfilaron los
muchachos camino de los dormitorios.
Aún dio don Bosco doce veces el aguinaldo a sus
hijos. Dio todas las veces una mirada hacia atrás
y reafirmó el progreso cada vez mayor y la
consolidación cada vez más profunda de su Obra.
No puede afirmarse que siempre navegara, como
suele decirse, viento en popa. Pero, también en
las borrascas, le sostenía la mano de Dios. El
padre Félix Giordano, de los Oblatos de María,
acompañó por aquel tiempo al Siervo de Dios de
Génova al Oratorio y le preguntó cómo se explicaba
que sus empresas, comenzadas de la nada,
prosperaran tanto. Don Bosco le respondió con toda
sencillez:
<>cómo demuestra que la tal cosa es suya? Se sirve
para sus planes del
instrumento menos apto. Este es mi caso. Yo le
aseguro a usted que me conoce hace tiempo, que
((**It11.525**)) si
Nuestro Señor hubiese encontrado en la
archidiócesis de Turín un sacerdote más pobre, más
mezquino, más desprovisto de cualidades, a éste, y
no a otro, hubiese elegido para instrumento de las
obras de que me habla y hubiera dado de lado al
pobre don Bosco para seguir su natural vocación de
simple capellán de aldea>> 1.
A cada paso que da, ábresele al Siervo de Dios
una nueva visión, que no le invita a detenerse,
sino que lo llama para seguir adelante. Este es el
ininterrumpido caso de toda su vida.
1 Carta desde Niza a don Juan Bautista Lemoyne,
25 de marzo de 1888.
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