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a don Bosco sobre ello fuera de las reuniones. Y,
entre otras cosas, él les respondió:
<<-íQué le vamos a hacer! (En Roma) se teme que
un descomedimiento... Roma no quiere, yo tampoco,
nadie quiere impulsarle a dar nuevos pasos falsos.
Es, pues, mejor padecer algo nosotros, agachar la
cabeza y callar>>.
Padecer, agachar la cabeza y callar: tres
palabras luminosas en medio de la gran tristeza de
tantas vicisitudes.
Pues bien, también en esto tenemos una prueba
de que don Bosco fue enviado por la Providencia
para una misión extraordinaria en el mundo. San
Juan de la Cruz escribe: <> 1.
Y la posteridad espiritual de don Bosco debía
conducir con el tiempo muchas almas a Dios. Por
eso el Señor lo enriqueció con los tesoros de su
gracia y lo hizo crecer en perfección con muchas
penalidades, que le llevaron al ápice de la
santidad y valieron tanto para la expansión
animada de su espíritu en su Congregación.
1 La llama viva del amor. C. 2; Milán, Liga
Eucarística.
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