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((**Es11.407**) Pero entre tanto una llamada del Vicario General le invitaba a presentarse al Arzobispo. Fue don Miguel Rúa y fácilmente comprendió que el Arzobispo no quería atender razones. ->>Por qué ha venido usted y no don Bosco?, le preguntó. -Porque don Bosco no está enterado de nada, respondió don Miguel Rúa. -Envié expresamente a uno, repuso indignado el Arzobispo, para entregar las licencias en las mismísimas manos de don Bosco y con orden de que no las entregase a ningún otro. -Aquel enviado, observó don Miguel Rúa, que ignoraba las circunstancias del hecho, no tendría tiempo para esperar y, una vez que entregó las licencias al secretario, vino a mí, con todos los demás documentos que no creyó confidenciales. Entonces Monseñor no quiso firmar las licencias del Beato. Pero había que llegar a una solución, que ya no podía obtenerse sin informar a don Bosco. La víspera de Navidad el venerado don Miguel Rúa, puesto el asunto en manos del Señor, manifestó al Beato que sus licencias de confesión habían caducado hacía algún tiempo. ((**It11.481**)) Don Bosco dejó pasar las fiestas y escribió después a Monseñor una de esas cartas que solamente los Santos saben escribir y cuyo autógrafo ha llegado a nuestras manos. Excelencia Rvma.: La víspera de Navidad me presentó don Miguel Rúa mis licencias de confesión, caducadas en el mes de septiembre pasado. Como se encontraba la sacristía abarrotada de muchachos internos y externos, que esperaban para confesarse, creí que podía servirme en esa ocasión de la facultad obtenida del Padre Santo para confesar en los casos especiales que se me presentaran en cualquier sitio. Pero hoy he terminado, y mañana me alejo de Turín para librarme de responder a las preguntas que empiezan a hacerse sobre la realidad de este asunto, y ahora le suplico humildemente se digne renovar estas licencias para evitar habladurías y escándalos; y como la medida tomada supone un grave motivo, por ello y como un pobre sacerdote y superior de una congregación definitivamente aprobada por la Santa Sede, constituido nominalmente Superior de la misma, le suplico respetuosamente se digne indicármelo, ya sea para regularme, ya sea para enmendarme de cualquier falta que de hecho pesase sobre mí. En el caso de que no creyere oportuno manifestarme a mí este motivo, sino más bien a Roma, de nuevo le rogaría humildemente se dignase indicármelo para librarme de una posición que, si es dolorosa para todos, lo es más para el Superior de una Congregación que tiene relación con muchas casas. Sea cualquiera la respuesta que se digne hacerme, ruégole la dirija al Oratorio, desde donde me será inmediatamente transmitida al lugar donde me encuentre. Tengo el honor de profesarme con el debido aprecio y veneración, De V. E. Rvma. Turín, 26 de diciembre de 1875. Atto. y s. s. JUAN BOSCO, Pbro. (**Es11.407**))
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