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((**Es11.400**) La segunda petición del Beato, transmitida por el Papa a la Sagrada Congregación, fue de nuevo propuesta a la Comisión especial de los cuatro Cardenales, que habían recibido el encargo de examinar la primera. El artículo sobre las dimisorias urgíale al Beato más que los otros, para liberarse de tanto quebradero de cabeza y ahorrar los gastos que le proporcionaba la ordenación de cada uno de los suyos. Aquel artículo, dada su importancia, se separó y enseguida se sometió a examen para juzgarlo. Por desgracia, la cuestión no avanzó ni un paso. El cardenal Berardi escribió por ello al Beato el 28 de diciembre:<>. Idéntica es la motivación adoptada para la negativa de octubre. En estos asuntos el miedo a causar prejuicios a la Autoridad Episcopal siempre tiene gran peso en la balanza. Se separaron también algunos artículos, sobre los que podía pronunciarse más expeditamente la Sagrada Congregación de Ritos, y el séptimo, que correspondía a la Sagrada Congregación del Indice. Las cosas habían llegado a este punto, cuando la noticia de que don Bosco pedía privilegios a Roma, turbó el ánimo del Ordinario de Turín, el cual, con la impresión del momento e instigado tal vez por quien quería pescar en aguas turbias, confió, desahogándose, sus temores al cardenal Bizzarri. Eminencia Reverendísima: El señor don Juan Bosco, fundador y rector de la Congregación Salesiana, ha recurrido de nuevo a esa Sagrada Congregación de Obispos y Regulares para obtener privilegios, no conformes con los derechos de la Autoridad Episcopal; y esto a pesar de que el año pasado no le fueron concedidos tales privilegios, precisamente para no causar molestias ((**It11.473**)) a la jurisdicción de los Obispos. Espero que la Sagrada Congregación, antes de conceder al reverendo señor don Bosco cuanto solicita en menoscabo de los Obispos, tendrá la bondad de darme a conocer sus peticiones, con el fin de que, si alguna de ellas fuera de molestia para mí, pueda yo presentar mis observaciones; tanto más que tengo el temor de que, para demostrar la razón de cuanto pide, quizás, haya presentado reclamaciones contra mi administración, como Arzobispo, como por desgracia ya ha hecho con cartas dirigidas a Su Santidad el Papa. He sido siempre, y seguiré siéndolo, defensor de las Ordenes religiosas, y reconozco que necesitan algún privilegio y exención; pero, si son necesarias las exenciones referentes a la dependencia, cambios y destino de sus socios, y, si pueden serles necesarios ciertos privilegios en determinados lugares donde las circunstancias son anormales, (**Es11.400**))
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