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hace confesiones y fervorosas comuniones, como si
fueran las últimas de su vida, cuando realmente se
encuentre en el lecho de la agonía, no
experimentará ninguna dificultad para morir bien;
ya está ejercitado, no tendrá nada que turbe su
conciencia; sólo tendrá que examinarse de lo que
le haya sucedido en aquel último mes o en las
últimas semanas, y nada más. Este tal morirá
contento con la firme esperanza de ir enseguida al
paraíso.
Por el contrario, íqué desazón, qué tribulación
la de la muerte, para quien no se ha preparado a
bien morir! Yo he estado junto al lecho de muchos
enfermos y moribundos; y os he de decir que es un
espectáculo terrible ver al enfermo en esta
circunstancia con las cosas del alma enredadas.
Muchas veces quisiera hablar y confesarse, pero ya
no puede; otras veces no tiene la comodidad de que
esté un sacerdote junto a su cama; otras hay
parientes o amigos que no quieren alejarse de su
lecho para impedir que se presente un sacerdote,
que pudiera venir y mientras tanto le cansan
preguntándole por el testamento, por la herencia,
por la disposición de sus cosas; y el pobre
enfermo, atormentado además por los remordimientos
de conciencia, muere víctima de su afán y su
disgusto más que de la misma enfermedad.
Vosotros disponéis del tiempo necesario;
preparaos bien, poned ((**It11.465**)) en
orden vuestra conciencia y aun las cosas
materiales; pero especialmente, por amor de Dios,
deshaced todos los enredos de conciencia y no los
dejéis para aquellos momentos. Si tenéis alguna
duda sobre vuestras confesiones pasadas, si tenéis
cualquier remordimiento, aunque haga muchos años,
hablad de esta circunstancia. Haced todos de
manera que, si el jueves por la tarde tuvierais
que partir también para el otro mundo, pudierais
decir con tranquilidad de espíritu: -Aquí me
tenéis, Señor; estoy dispuesto; llamadme, si os
place, que ya tengo todo preparado: lo espiritual
y lo temporal. Ecce venio.
El Siervo de Dios había enviado una invitación
especial para la ceremonia a los principales
bienhechores y conocidos, con el horario del día,
en el cual quiso que apareciera, en primer lugar:
<>. Los muchachos lo hicieron con verdadero
fervor.
íYa se navegaba a velas desplegadas!
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