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Una sola conversación mala o una acción inmoral es
suficiente para expulsar al culpable. Pero eso no
se puede llevar a efecto sin haber hablado antes
con don Bosco. Y el mismo joven, al saber la
sentencia que pende sobre su cabeza, corre a don
Bosco pidiendo y suplicando perdón>>.
Viene como anillo al dedo lo que escribe don
Julio Barberis el 23 de enero de 1876: <>. Esto no
quiere decir que se recurra inmediatamente a la
expulsión; dice don Bosco, y lo confirman los
registros, que, no habiendo periculum in mora
(peligro en la espera) se eliminaba a algunos
durante las vacaciones.
Además de las calificaciones semanales de
conducta, para la buena marcha, ayudaban mucho las
reuniones que los superiores del Oratorio ((**It11.459**)) tenían
cada domingo, desde las seis y media de la tarde
hasta las siete y media. Era esta la rueda maestra
para ir adelante como se debe. En estas reuniones,
a las que asistían los miembros del Capítulo local
y presidía don Miguel Rúa, los capitulares se
sometían a una especie de mutuo examen sobre la
diligencia que ponían en la vigilancia de la
sección que les estaba confiada. De esta forma
resultaba fácil prevenir y remediar desórdenes;
los superiores se ponían de acuerdo para actuar
con el mismo método y con un mismo espíritu, y
quedaban informados de cuanto había ocurrido. En
fin, de esta forma y con los consejos sugeridos
por los más provectos, se obtenía una verdadera
escuela de prudencia, sobre todo para ir despacio
en tomar determinaciones, cuando las cosas eran
algo dudosas. En las de mayor importancia se
reservaba siempre la última palabra a don Bosco.
Así aparece en un libro de actas de estas
reuniones que, si bien reducidas a la más simple
expresión, resultan preciosas para los años a que
nos referimos.
Vuestro número ha aumentado todavía más. Hoy
empezó a marchar todo de una forma regular. Dicen
que hombre prevenido vale por dos. Por tanto,
ahora que estamos a tiempo, conviene que os avise
algunas cosas. Tened en cuenta, lo primero, que
empiezan ya ahora, y continúan durante todo el
año, las calificaciones sobre el comportamiento en
el estudio, en la clase, en el dormitorio, en el
comedor, etc., etc. El que no se porte bien
recibirá una calificación deficiente y será
nombrado en público, delante de todos, para gran
vergüenza suya; si uno no se siente nombrado, es
señal de que sus cosas marchan bien. Los que
reciban calificaciones deficientes han de saber
(**Es11.389**))
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