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de Europa, dividida en dos bonitos volúmenes: Edad
Media e Historia Moderna. La Civilt… Cattolica la
calificó de <>. Del compendio anterior había
dicho, refiriéndose a su espíritu: <> 1.
Y no podía ser de otra manera, puesto que,
habiéndose impreso el libro en la tipografía
salesiana, el Beato lo vigilaba.
Hacía falta también atender a la cultura
popular, que se extendía cada vez más. En este
campo había un montón ((**It11.433**)) de
librejos y periodicuchos que convertían la
historia en una carnicería de odio contra la
Iglesia. El Beato ideó una historia universal
dividida en tantos volúmenes separados cuantas
naciones había; pero escritos con sencillez y
siguiendo el método por él empleado en su Historia
de Italia. La serie habría debido proceder así:
Historia Oriental Antigua, Historia Griega,
Historia Romana, Historia de Italia, Historia de
Francia, Historia de Inglaterra, Historia de
España, Historia de Alemania, y así sucesivamente.
Encargó los dos primeros volúmenes a don Julio
Barberis, que se dio a ello con muy buena
voluntad. El Beato leía el manuscrito, pluma en
mano, a medida que el autor le entregaba las
cuartillas, e iba tachando, corrigiendo o
cambiando con paciencia incansable. Sólo vieron la
luz dos volúmenes.
Con el progreso de la cultura popular crecía en
ansia de leer. Los libros de historia propiamente
dicha, aunque narrada sencillamente, no eran pan
para todos los dientes; se requerían narraciones
amenas escritas para los jóvenes y para el pueblo
sencillo. El Beato pensó también en ello. Excluyó,
sin embargo, las formas novelescas, mas quiso que
siguieran las huellas de la historia, y he aquí el
origen de la fecunda y brillante producción de
Lemoyne. Fue don Bosco quien le mandó escribir las
aventuras de Cristóbal Colón, Hernán Cortés,
Francisco Pizarro, Bartolomé de Las Casas y otros
conquistadores o civilizadores; él le sugirió
escribiera las biografías de Lutero, Calvino y
otros corifeos de la incredulidad y de la herejía.
Estos libros tuvieron mucho éxito en su tiempo y
produjeron mucho bien. Y, con el andar del tiempo,
quién sabe si no volverán a levantar cabeza y
salir de su olvido inmerecido. Habent sua fata
libelli (Tienen su hado los libritos).
Volvamos a la escuela; había en ella otra clase
de libros a depurar
1 Véase: Fasc. 707, pag. 607 (1879) y fasc.
633, pág. 340 (1876).
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