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Muy apreciado señor Canónigo:
Por correo recibirá los dos libritos de San
Jerónimo, que tuvo a bien encargar.
Me hizo un gran favor con sus observaciones,
que se tendrán en cuenta para la próxima edición.
Le ruego me indique cualquier otra cosa que le
parezca se deba modificar o quitar; vamos buscando
el bien, y su experiencia, unida a sus estudios,
ven con frecuencia lo que un autor novel no
comprende o cuya importancia no puede alcanzar.
Cualquier consejo, observación, o mejor aún,
cualquier colaboración que pueda prestar a esta
publicación, sería una eficaz ayuda me lo
comunicara.
Suyo en Jesucristo
Turín, 10, 12, 1875.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
También en esto actuó don Bosco como siempre.
Cuando peleaba por llevar a cabo una idea no
lanzaba palabras al viento, sino que estudiaba la
cuestión hasta descubrir su lado bueno y práctico
y, mientras los demás discutían, él iba haciendo.
Después de los textos de literatura, vinieron
los de historia. Pero en este punto, por
desgracia, nos hemos de quedar con los buenos
deseos, por haberle faltado ((**It11.432**))
hombres preparados o dispuestos a secundarle.
Hacía mucho tiempo que palpaba con las manos los
grandes males causados a la Iglesia con la
tergiversación de la historia. Era antigua su
preocupación en este terreno de preparar para los
alumnos del Santuario una buena Historia
Eclesiástica, impregnada de espíritu romano; desde
1849 a 1870 había logrado compilarla en cuatro
volúmenes.
Dada la importancia de la obra, no tenía prisa
por imprimirla y esperaba perfeccionarla; pero
sucedió que fue perdiendo sin remedio una tras
otra las partes del manuscrito, que solía llevar
consigo en los viajes, para dedicarle los ratos
libres. Hacia el año 1875 encargó a don Juan
Bonetti rehacerla desde el principio, pero la cosa
quedó sin efecto_
Venía después la Historia de Italia, que los
profesores de enseñanza media empleaban como arma
para atacar a la Iglesia y al Papado. Don Bosco
indujo al profesor Antonio Terreno a escribir un
manual para los liceos. Y éste empezó a publicar
en el 1876 un Compendio de la Historia de Italia
en dos volúmenes, uno sobre la Historia Romana y
otro sobre la Historia Medieval y Moderna, pero
destinado a las escuelas de bachillerato, técnicas
y de magisterio. Fue corrigiendo sucesivamente su
trabajo y, encarnando mejor la idea del Beato,
publicó en 1879 una amplia Historia de Italia, con
datos sobre los otros estados
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