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y admirable en sus obras. Ha venido a Niza para
dejar instalados en ella a tres de los suyos e
iniciar una obra, como él sabe hacerlo, sin más
ayuda que la de la Providencia, y sin más apoyo
que Dios>>.
Con la narración de nuestra historia se verá
cómo efectivamente lo ayudó la Providencia y lo
sostuvo el Señor. El Patronage St. Pierre creció
vigoroso, con la bendición de Dios, que en sus
principios le envió el Vicario de Cristo en la
tierra, con palabras poéticas y proféticas.
El Siervo de Dios había encargado a don Juan
Cagliero que informara al Padre Santo de aquella
inminente fundación y que le rogara se dignase
bendecirla. Pío IX, encomiando la Obra, dijo:
<> 1.
((**It11.426**)) El
árbol echó profundas raíces en Niza, creció y
extendió sus ramas por toda Francia, sin abatirse
ni siquiera bajo el ímpetu de las últimas
tempestades. Cuando se conmemoró el vigésimo
quinto aniversario de la fundación, dijo el orador
oficial ante el primer santo Sucesor de don Bosco:
<>.
Y a continuación añadió: <>.
Nosotros veremos cómo alentaba don Bosco con su
presencia a los hijos de Niza; pero antes de
seguir adelante, debemos ofrecer a los lectores
una muestra de sus consejos y alientos, deplorando
que se hayan perdido muchas otras o que
permanezcan escondidas. Hasta ahora, por
desgracia, no nos ha sido dado publicar más que
dos cartas de aquel primer año. Una de ellas la
escribió el Beato cuatro días después de su vuelta
a Turín. Era su costumbre hacer de modo que sus
hijos, separados de su lado, siguieran sintiéndose
cerca de él, por lo que no ahorraba cartas.
1 Unit… Cattolica, n.° 285, 5 diciembre 1875.
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