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((**Es11.358**) ((**It11.422**)) Monseñor Solá, que los había precedido, bendijo su iniciativa, los asistió eficazmente y los ayudó con todos los medios que le fueron posibles. Hubo también un judío rico, apellidado Lates, que en cuanto conoció al Siervo de Dios, quedó fascinado por sus palabras y su trato y frecuentemente echó mano a la cartera para socorrerlo. El abogado Michel, a quien encontraremos varias veces en el camino de don Bosco por tierras de Francia, merece que hagamos de él una mención especial. Era un hombre muy inteligente y cristiano, chapado a la antigua; fue verdadero amigo de don Bosco y uno de los primeros y más insignes cooperadores franceses; había estudiado en la Universidad de Turín, donde tuvo ocasión de conocer y apreciar la Obra de don Bosco. Dos cartas suyas, dirigidas a don Bosco con fecha 9 de octubre y 12 de noviembre de 1875, testimonian cómo no ahorró medios hasta lograr los beneficios de la Institución salesiana para la ciudad de Niza. A su caridad y cuidados se debe especialmente que don Bosco tuviera la alegría de inaugurar el 21 de noviembre la primera casa en Francia. Lo primero que se necesitó fue hallar el lugar donde emplazar la Casa. Hubo que renunciar enseguida a la compra de un edificio. Una junta de señores tomó en arriendo los locales de una hilandería y proveyó de los enseres más indispensables. El Obispo puso a su disposición un espacio de trescientos metros cuadrados de su jardín, para los juegos de los muchachos. El 9 de noviembre llegaban allí sine báculo et sine pera (sin bastón y sin alforjas), dos sacerdotes, un clérigo y un coadjutor. Nunca se abrió una casa más modestamente. Don Miguel Rúa se complacía en recordar aquellos inicios tan pobres, contando dos circunstancias particulares. Durante una visita fue necesario emplear las camas para que todos pudieran sentarse; y como uno tuvo que salir de la habitación para buscar un objeto, dejó a oscuras a los reunidos porque no había allí más que una luz. Don Miguel Rúa concluía: -Estas casas son después las más bendecidas por el Señor. Se requirió toda la habilidad de don Bosco para evitar hasta la sombra de algo que pudiera herir el sentimiento nacional; tanto más, cuanto que había ((**It11.423**)) en la ciudad un partido, que agitaba la bandera de la separación de Niza de Francia para unirla a Italia. Eligió, por consiguiente, como director a don José Ronchail, con apellido netamente francés, por haber nacido en Usseaux, en el distrito de Pinerolo, cerca de la frontera francesa; hablaba además expeditamente la lengua aprendida en la niñez. Entró siendo ya clérigo en la Congregación, en la que asimiló el (**Es11.358**))
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