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perdóneme, acepte la buena voluntad y tenga
presente que estoy a mil leguas de poseer el
espíritu de don Bosco>> 1.
Aconsejaban a don Bosco que hiciera pagar una
módica cuota a los muchachos que acudieran a las
escuelas, si sus padres podían pagar algo; pero él
respondió que su intención era que fueran
totalmente gratuitas. También le aconsejaron que
abriera un comedor para no obligar a los que
vivían lejos a ir y venir dos veces al día al
colegio; y él declaró que no veía ninguna
dificultad en ello, pero que ya se resolvería la
cuestión sobre la marcha.
Se empezó, pues, por arrendar una casa, a la
espera de algo mejor donde poder principiar la
obra. Un almacén de la planta baja, arreglado y
limpio, se convertiría en capilla. En las
dependencias de la parte derecha y en la primera
planta se organizarían dos clases para los niños,
y en las de la izquierda harían otro tanto las
hermanas para las niñas. Los trabajos de
adaptación se efectuaron bajo las instrucciones
que don Angel Savio mandaba desde Alassio, el cual
hizo una visita a su debido tiempo para dar las
disposiciones definitivas. En la octava de Navidad
todo estaba a punto.
Había que pensar en el personal. El Beato tenía
la intención de empezar mandando unas hermanas
desde Mornese, para lo cual ya se había puesto de
acuerdo con la Superiora, y un sacerdote con un
par de clérigos. Las hermanas y los salesianos
empezarían por las clases elementales, las
nocturnas y el oratorio festivo. El sacerdote
quedaría libre de clases para poder atender a la
dirección de todo, predicar a las monjas y en el
oratorio de los muchachos ((**It11.418**)) y
confesar a los jóvenes y a todos. Pero aquellos
vecinos requerían un sacerdote que manejara bien
la teología y fuera ponderado y prudente. El Beato
puso sus ojos en don Nicolás Cibrario, director,
como entonces se decía, de la iglesia de María
Auxiliadora y confesor muy apreciado por su
doctrina.
Se había acabado el año, tocaba a su fin el
primer mes de 1876 y don Bosco no había
determinado todavía qué personas irían, ni la
fecha del comienzo, cuando el Obispo le apremiaba
y proponía la apertura de la capilla para el día
de la Purificación. Don Bosco abrevió las cosas,
fijó la partida para el 10 de febrero, dio a don
Nicolás Cibrario las órdenes oportunas y le asignó
por compañero un clérigo, llamado César Cerruti,
que era simple novicio, para atender a las clases.
Por aquellos tiempos se repetían, aunque de otra
forma, las
1 Carta a don Bosco desde Ventimiglia, 11 de
enero de 1875 (sic).
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