Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es11.352**) un asilo para niños y niñas abandonados y, a la chita callando, se convirtieron en amos del lugar. El buen Obispo, monseñor Lorenzo Biale, no dormía. Desde que el vigilante Pastor se dio cuenta de la invasión protestante no descansaba; tanto mas que los herejes empezaron a ejercer desde allí su influencia en los pueblos de alrededor. Buscó maestros católicos, imploró socorro, apeló a Roma. El Sumo Pontífice publicó un Breve congratulándose con él porque, a pesar de ((**It11.415**)) la pobreza de su diócesis, hubiese establecido escuelas católicas en los llanos de Vallecrosia frente a las de los protestantes, que intentaban desviar a los muchachos; y fue el primero en dar ejemplo, enviando un socorro al eximio prelado 1. Pero >>cómo podía un pobre obispo italiano aguantar la competencia del oro extranjero? Invitó, pues, a don Francisco Cerruti, director de Alassio, para que fuera a Ventimiglia, y le dijo llorando: -Mi querido padre Cerruti, diga a don Bosco que no me abandone. Soy viejo, paso ya de los noventa años, el clero con que cuento es escaso; apenas si tengo diez seminaristas y aquí, a la puerta de casa, ante mis ojos, los valdenses destruyen la fe de mi pueblo. Me he sometido a sacrificios para impedir la irrupción del enemigo, pero no basta. Necesito que don Bosco venga en mi ayuda y pronto. Conmovido hasta las lágrimas, partió don Francisco Cerruti hacia Turín en busca de don Bosco, pero le dijeron que don Bosco estaba en Cúneo. Corrió a Cúneo, pero don Bosco se hallaba en Beinette, huésped del piadoso bienhechor, el reverendo Vallauri. Voló a Beinette donde le encontró rezando el rosario con la familia. La imprevista aparición de Cerruti alarmó al Siervo de Dios, que se temió alguna grave desgracia. Una vez tranquilizado y oída la embajada, se recogió un instante y respondió: -Vuelve a Ventimiglia y di al señor Obispo que, desde este momento, estamos a su disposición. Don Francisco Cerruti salió a la mañana siguiente para llevar al Obispo la consoladora noticia. El venerando Pastor alzó sus manos al cielo y exclamó entre lágrimas: -Gracias, Señor; ahora muero tranquilo. Efectivamente a poco murió; pero tuvo tiempo para ver encaminadas las cosas. Cuando el Beato fue a Ventimiglia, no hubo necesidad de nada para ponerse de acuerdo con el venerando anciano. Conocía a los valdenses hacía mucho tiempo, y Monseñor había puesto en don Bosco 1 Acta Pii IX, vol. 5, pág. 67. (**Es11.352**))
<Anterior: 11. 351><Siguiente: 11. 353>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com