((**Es11.350**)
Institución, se maravilló y entusiasmó al oír
hablar de su finalidad y de lo que ya se hacía en
varias partes de Italia. No cesaba de exclamar:
C'est une chose qui manque … la France. (Es algo
que falta en Francia). Y en efecto, escribió
inmediatamente, yo vi la carta, a París, al
Presidente de la República Francesa, un informe
encomiástico de la Casa, señalando la importancia
de abrir también en aquella gran capital algunos
de estos Institutos. Y puedo deciros que no sería
muy difícil, pues ya se nos han hecho
proposiciones en este sentido.
A continuación hablaron varios periódicos
franceses de esta pequeña Casa de Niza, y he aquí
que, estando yo todavía en aquella ciudad, me
llegó un oportuno ofrecimiento de Marsella,
proponiéndome abrir allí otra nueva casa. Respondí
que la oferta andaba de acuerdo con mis deseos;
que se madurasen las cosas y, como era muy posible
que antes de acabarse el invierno yo volviera a
Francia, aprovecharía la ocasión para ir hasta
allí donde vería y empezaría las gestiones.
Cuando dejé Niza me dirigí a Ventimiglia, donde
me esperaban con impaciencia. El Obispo y las
autoridades me hicieron un recibimiento
inimaginable. Os estaréis preguntando a qué fue
don Bosco a Ventimiglia, y os lo diré: a combinar
la apertura de otra Casa. Ya se había tratado de
ello el año pasado; pero hasta ahora no se habían
podido acabar los trámites. Entre Ventimiglia y un
pueblo cercano, que se llama Bordighera, hay un
llano que tendrá más de tres millas de largo. Hace
treinta años no había en aquel lugar una sola
casa, pero se empezó a edificar, se pobló, creció
el número de sus habitantes, y ahora aquella
llanura está completamente ocupada, pero no hay
una iglesia ni una escuela. Los protestantes, que
abundan por aquellos lugares, al verse dueños del
campo, construyeron su iglesia, abrieron una
especie de internado con escuelas gratuitas y
hasta pagaban a los padres para que les mandaran
((**It11.413**)) sus
hijos. Dado que no había otras escuelas, la mayor
parte de los padres, antes de dejar a sus hijos
sin instrucción, los enviaron a las escuelas de
los protestantes abiertas para niños y niñas. Ante
un panorama tan negro el Obispo, falto de
sacerdotes y de dinero para levantar una iglesia y
fundar una parroquia, se dirigió a don Bosco. Yo
hablé mucho con él el año pasado sobre este
asunto, pero no había ido todavía a visitar el
local ni se había tomado ninguna decisión. Ahora
me acompañó el Obispo a verlo todo; se tomó en
arriendo una casa, por persona interpósita, que
servirá mientras se dan los pasos para adquirir un
terreno a propósito para construir una iglesia con
casa adjunta. Y lo que resulta maravilloso es que
se puede conseguir para este fin un espacio
colindante precisamente con el templo y las
escuelas de los protestantes. Y como aquí se
deberá dar clase también a las muchachas, se
abrirá una casa para las monjas. Se hará así: a un
lado de la iglesia estará el director con los
maestros y clérigos, que se enviarán desde aquí,
para los muchachos; y al otro lado se establecerán
las Hermanas y la escuela para las niñas.
Espero que esta Casa se pueda abrir durante la
novena de Navidad o en su octava, de modo que, al
comenzar el año 1876, empiecen también las clases.
De momento no se admitirán alumnos internos; será
una casa sólo para externos, o a lo más para medio
pensionistas a fin de dar comodidad a los que
viven lejos y ahorrarles el ir y venir dos veces
al día. Después, cuando tengamos la iglesia y la
casa que os he dicho, también se podrá admitir
internos.
>>Sabéis ahora por qué os cuento esto con
tantos detalles? Por dos motivos. Primero: habéis
visto cómo durante el año, y especialmente el
pasado, os he encargado de tanto en tanto que
rezarais, y rezarais mucho, porque necesitábamos
muchas gracias. Cuando os hago este encargo
generalmente no os puedo decir el motivo, porque
son cosas que están sujetas a mil circunstancias;
pero entonces quería aludir a cosas que ahora
(**Es11.350**))
<Anterior: 11. 349><Siguiente: 11. 351>