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de dar muchos sacerdotes a la Iglesia, brilló en
su mente el pensamiento de reunir jóvenes mayores,
bien dispuestos, y establecer un régimen especial
para prepararlos adecuadamente a subir al altar.
Rumiaba estos santos proyectos, cuando, a
primeros de 1875, le ocurrió algo que le estimuló
a la acción. El mismo lo contó a los miembros del
Capítulo Superior y alguno de ellos tomó nota por
escrito inmediatamente. No hacemos más que
transcribirlo al pie de la letra.
Dijo don Bosco:
Un sábado por la tarde me encontraba confesando
en la sacristía cuando me distraje. Pensaba en la
escasez de sacerdotes y de vocaciones y en la
manera de poder aumentar su número. Veía ante mí
muchos chicos que venían a confesarse, buenos e
inocentes muchachos, y me decía:
-Quién sabe cuántos de ellos llegarán y el
tiempo que se requiere aún para llegar a los que
perseveren. Y en tanto, la necesidad de la Iglesia
es apremiante.
Estaba muy distraído con este pensamiento y,
sin embargo, continuaba confesando. De pronto me
pareció que estaba en mi despacho sentado a mi
mesa de trabajo y que tenía ante mí el registro de
todos los que estaban en casa. Y me decía para mis
adentros:
->>Cómo se explica esto? Estoy confesando en la
sacristía y estoy al mismo iempo en mi despacho
ante la mesa... >>Estoy soñando? No; éste es
precisamente el registro de los alumnos; ésta es
mi mesa de trabajo.
Oí entre tanto una voz detrás de mí que me
dijo:
->>Quieres saber cómo aumentar rápidamente el
número de buenos sacerdotes? Observa el registro
y por él entenderás lo que debes hacer.
Observé y luego dije:
-Estos son los registros de los alumnos de este
año y de los años pasados, y no veo otra cosa.
Estaba muy preocupado; leía nombres, pensaba,
miraba arriba y abajo por ver si encontraba algo,
pero... nada.
((**It11.33**))
Entonces dije para mí:
->>Estoy soñando o estoy despierto?
Efectivamente estoy sentado a mi mesa y la voz que
he escuchado es verdadera.
Y de pronto quise levantarme para ver quién era
la 1 que me había hablado y, en efecto, me
levanté. Los muchachos que estaban a mi alrededor
para confesarse, al ver que me levantaba tan de
prisa y asustado creyeron que me había puesto
enfermo y se acercaron a sostenerme; pero yo,
asegurándoles que no me pasaba nada, seguí
confesando.
Una vez terminadas las confesiones, y de vuelta
a mi habitación, miré y efectivamente vi sobre la
mesa el registro con los nombres de todos los que
hay en casa, pero no vi nada más. Examiné el
registro, pero no entendí cómo podía hallar con él
la manera de tener sacerdotes, muchos sacerdotes y
pronto. Miré otros registros que
1 Advierto que en un principio don Bosco no
dijo si la voz era de hombre o de mujer; pero al
final dijo precisamente: -Y quise levantarme para
ver quién era la que me había hablado. Alude
manifiestamente a la Virgen (Es nota del
Secretario).(**Es11.35**))
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