((**Es11.347**)((**It11.408**)) Las
más de las veces responden que hacen falta
misioneros en la propia diócesis.
Pero el aumento de peticiones de sacerdotes
para ingresar en la Congregación era precisamente
uno de los efectos producidos por la expedición de
misioneros. Primeramente la Congregación se
desarrollaba lentamente en la oscuridad: se la
conocía muy poco o nada fuera del Piamonte. Ahora,
en cambio, los periódicos italianos y extranjeros
hablaban de la Congregación Salesiana y de don
Bosco, antes, durante y después de la expedición,
de tal forma que la noticia de la Pía Sociedad
corrió por todas partes, llamando la atención de
muchos y atrayendo cada vez a más sujetos que
solicitaban pertenecer a ella.
Así sucedió que hasta desde países lejanos se
considerara al Oratorio como un vivero de
vocaciones misioneras. Llegáronle al Beato
invitaciones para ir a California, Nigricia o
Sudán, Hong-Kong, India; las más insistentes
procedían de Sidney. El Obispo de la capital
australiana, monseñor Quin, fue dos veces al
Oratorio para tratar con él; pero el Siervo de
Dios, sin desconfiar de la divina Providencia,
procedía en todo con la máxima prudencia y madura
ponderación; y no creyó que hubiera sonado la hora
para tal empresa. Le faltaban las personas y
además Sidney exigía preparativos mucho mayores
que los de Buenos Aires, dado que también eran
mayores las dificultades. Dificultad de idioma:
aprender inglés para predicar y dar clase requería
mucho más tiempo que
el español. Dificultades religiosas: tendrían que
vérselas con los protestantes, cuyos ministros,
enemigos acérrimos de los católicos, harían toda
clase de esfuerzos para oponerse, y era menester
estar pertrechados ante ellos con sólidos estudios
teológicos. Dificultades por parte de los
indígenas, cuya índole no era tan apacible como la
de los indios de América, sino que eran
ferocísimos. Dificultades del clima, menos
tolerable que el de la Plata. El preveía además
que, si la reciente expedición había despertado
tanto interés, con el tiempo, el enviar uno a
América sería como enviarlo a cualquier casa de
Europa; en cambio, una expedición a Sidney habría
despertado miedo por algún tiempo. Pensaba, pues,
dejar pasar ((**It11.409**)) tres
años antes de comenzar las misiones australianas.
Pero Australia no contó con los Salesianos hasta
1923.
Ciertamente, de haberse dejado llevar por su
celo, habría abarcado con su caridad al mundo
entero; pero era necesario, además, consolidar la
Congregación. También es verdad que para nuestro
Beato, consolidar no significaba suspender toda
actividad. No se conocería bien su pensamiento
sobre este tema, si olvidáramos presentar a la
consideración de los lectores ciertas palabras que
él dijo al Capítulo Superior
(**Es11.347**))
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