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bajo no importa qué cielo se encuentren, las Hijas
de María Auxiliadora serán siempre portadoras del
espíritu que, inspirado por don Bosco y gracias a
las heroicas virtudes de Madre Mazzarello, aleteó
en la cuna del Instituto.
Don Bosco preparaba un puesto en el Oratorio
para las Hijas de María Auxiliadora. Batalló de
enero a julio para la adquisición del lugar. Se
trataba, en efecto, de desbancar al demonio. El
grito de alarma aparece en esta circular que mandó
a los Cooperadores.
Hace veinticinco años que hemos de tolerar
enfrente del Oratorio una casa de inmoralidad, con
todos los peligros imaginables para los muchachos
internos y externos. Esto sirvió de obstáculo
hasta ahora para comenzar los trabajos ante la
iglesia de María Auxiliadora.
((**It11.368**)) La
divina Providencia dispuso finalmente que, el
dueño del tal edificio, se viera obligado a
ponerlo en venta ante el fracaso de su negocio.
Para evitar que nadie lo compre con el mismo
perverso destino, se buscó un intermediario que
estipulase un acuerdo para poder comprarlo
mediante escritura por la cantidad de cincuenta y
cinco mil liras.
Dado que la edificación no sirve y que está mal
emplazada, hay que demolerla desde los cimientos.
En cambio el terreno que ocupa va muy bien para
regularizar el plano de la plaza de María
Auxiliadora.
Los materiales se aprovecharían para la
construcción de los edificios que se deben
comenzar cuanto antes, alrededor de dicha plaza.
Por lo pronto se trata de reunir la suma antes
citada: por tal necesidad se acude a los que con
su dinero pueden concurrir para impedir la ofensa
de Dios y salvar almas.
Turín, 20 de enero de 1875
JUAN BOSCO, Pbro.
Con la misma fecha tenemos una muestra de las
cartas con que acompañaba su declaración de guerra
al infierno, cuando las enviaba a personas
influyentes y adineradas. Escribía a la noble
señora turinesa Angelina Dupraz:
Benemérita Señora:
Acostumbro acudir a su caridad en los casos
graves y nunca me ha faltado. Se trata hoy de una
empresa arriesgada: destruir desde sus cimientos
una casa de Satanás, como verá por el folleto que
le adjunto. Aún no tengo ni un céntimo. Espero que
su participación sea la primera. Si puede,
ciertamente será recompensada por el Señor, que le
dirá cuando se presente a El: Salvaste almas, has
salvado la tuya.
Sea cual fuere su participación, no dejaré de
rogar cada día por usted y por el bonísimo
Comendador, su esposo, a fin de que Dios les
guarde durante largos años
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