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((**Es11.314**) bajo no importa qué cielo se encuentren, las Hijas de María Auxiliadora serán siempre portadoras del espíritu que, inspirado por don Bosco y gracias a las heroicas virtudes de Madre Mazzarello, aleteó en la cuna del Instituto. Don Bosco preparaba un puesto en el Oratorio para las Hijas de María Auxiliadora. Batalló de enero a julio para la adquisición del lugar. Se trataba, en efecto, de desbancar al demonio. El grito de alarma aparece en esta circular que mandó a los Cooperadores. Hace veinticinco años que hemos de tolerar enfrente del Oratorio una casa de inmoralidad, con todos los peligros imaginables para los muchachos internos y externos. Esto sirvió de obstáculo hasta ahora para comenzar los trabajos ante la iglesia de María Auxiliadora. ((**It11.368**)) La divina Providencia dispuso finalmente que, el dueño del tal edificio, se viera obligado a ponerlo en venta ante el fracaso de su negocio. Para evitar que nadie lo compre con el mismo perverso destino, se buscó un intermediario que estipulase un acuerdo para poder comprarlo mediante escritura por la cantidad de cincuenta y cinco mil liras. Dado que la edificación no sirve y que está mal emplazada, hay que demolerla desde los cimientos. En cambio el terreno que ocupa va muy bien para regularizar el plano de la plaza de María Auxiliadora. Los materiales se aprovecharían para la construcción de los edificios que se deben comenzar cuanto antes, alrededor de dicha plaza. Por lo pronto se trata de reunir la suma antes citada: por tal necesidad se acude a los que con su dinero pueden concurrir para impedir la ofensa de Dios y salvar almas. Turín, 20 de enero de 1875 JUAN BOSCO, Pbro. Con la misma fecha tenemos una muestra de las cartas con que acompañaba su declaración de guerra al infierno, cuando las enviaba a personas influyentes y adineradas. Escribía a la noble señora turinesa Angelina Dupraz: Benemérita Señora: Acostumbro acudir a su caridad en los casos graves y nunca me ha faltado. Se trata hoy de una empresa arriesgada: destruir desde sus cimientos una casa de Satanás, como verá por el folleto que le adjunto. Aún no tengo ni un céntimo. Espero que su participación sea la primera. Si puede, ciertamente será recompensada por el Señor, que le dirá cuando se presente a El: Salvaste almas, has salvado la tuya. Sea cual fuere su participación, no dejaré de rogar cada día por usted y por el bonísimo Comendador, su esposo, a fin de que Dios les guarde durante largos años (**Es11.314**))
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