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desayuno de la mañana, y refrendaron su propio
sentimiento estampando su firma en un pliego que
la Madre les presentaba, una vez obtenida la
respuesta. Envió al Beato la carta y el pliego. Y
el Siervo de Dios respondió que le complacía mucho
el buen deseo de las hermanas, pero que él se
inclinaba a dar café y leche en el desayuno. <>.
En las prácticas de piedad no se modifica nada
sin el consentimiento del Beato. Bastaba una
palabra suya para dejar o emprender cualquier
devoto ejercicio. Por ejemplo, las hermanas daban
mucha importancia a la conmemoración de los
dolores y gozos de la Santísima Virgen a ciertas
horas del día, porque don Bosco, al asignarles
esta práctica en determinados momentos había
tenido la intención de que coincidiera con las
horas canónicas, de modo que las Hijas de María
Auxiliadora pudieran unir sus oraciones a la
plegaria de la Iglesia.
La veneración en que tenían al Beato Fundador
les hacía mirar a sus hijos como a hermanos. En el
año 1875 fue admitida una hermana de don Juan
Tamietti y el cronicón hace este comentario:
<<íQué bonito ver llegar a Mornese las parientes
de los hijos de don Bosco! >>No es esto una señal
todavía más manifiesta de que la Virgen considera
como una sola cosa a los dos institutos y que las
dos ramas son igualmente queridas por el cielo?>>.
Aquel año se determinó definitivamente la forma
del hábito.
((**It11.361**)) La
buena Madre había hecho pasar a las hermanas por
distintas experiencias. Primero llevaron una
gruesa toca negra a la cabeza. Su director
general, don Juan Cagliero, cuando las vio con
aquel tocado, se sonrió, como queriendo decir:
-íVeremos cuánto dura!
Después se cambió por una toca blanca, pero
cubierta con un velo negro.
-íEsto está algo mejor!, exclamó entonces
Cagliero.
Además, el hábito era de color café. íY era de
ver en qué se convertía aquella pobre vestimenta
con la acción del sol y el efecto de los trabajos
manuales! Parecía un andrajo descolorido; tanto
que el mismo Cagliero, dejándose llevar por su
buen humor, dijo una vez al Beato:
-íAy, don Bosco, si las hermanas llegaran a ser
tan feas por dentro como lo son por fuera, pobres
de nosotros! La mayor parte de las religiosas de
Turín van vestidas de negro.
-Se podría probar, indicó don Bosco.
Y, en efecto, se probó en la siguiente toma de
hábito: las doce postulantes, después de aparecer
vestidas de blanco, reaparecieron de
(**Es11.308**))
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