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juntos. Esto hay que prohibirlo e impedirlo a toda
costa, porque abre a los jóvenes el apetito de
robar, los pone en verdaderas tentaciones y les
entran ganas de escribir a casa pidiendo
golosinas; los invita, además, a esconderse y
buscar lugares retirados, y también da ocasión, a
clérigos y maestros, para llevar a los muchachos a
su habitación;
cosas todas ellas de gran peligro.
14.° No haya ningún sacerdote o profesor que se
sirva de los alumnos para llevarles agua,
limpiarles los zapatos o cosas semejantes; sino
que lo haga cada uno por sí mismo; porque me doy
cuenta de que en casa se está introduciendo la
comodidad y, a poco que se descuide este recato,
se llegará enseguida a situaciones deplorables y
ordinariamente a la pérdida del espíritu de la
Congregación.
15.° Ayudará también mucho a mantener la
moralidad el tener siempre cerradas las
habitaciones privadas. No se vaya a ellas más que
por la noche ((**It11.356**)) para
descansar y, si es necesario, un momento brevísimo
durante la hora del desayuno.
16.° Principalmente ayudará, además, el evitar
las amistades particulares. Póngase en práctica el
consejo de san Jerónimo: Aut nullos aut omnes
pariter dilige (ama a todos igualmente o a
ninguno). Vigilen sobre esto los directores.
17.° Evitar a todo trance ponerse las manos
encima y no ir nunca de bracete. De ordinario esto
resulta peligroso, aunque muchas veces no parezca
en sí malo; pero hoy el clérigo, mañana el joven,
otro día ambos o el que está observando, pueden
tener cuando menos malos pensamientos, fantasías e
imaginaciones.
18.° Y pasando a otras cosas, creo oportuno que
en las casas no haya nadie, salvo el director,
suscrito a ningún género de periódico. Pero los
directores no se suscriban más que a los buenos; y
aun estas suscripciones no se hagan a nombre del
director, de la dirección o del colegio, de modo
que parezca una suscripción oficial del colegio;
sino a nombre de cualquiera del mismo colegio, que
puede ser el portero, cocinero u otro. Por cuanto
se pueda, no se entablen nunca conversaciones de
política, ni se lean periódicos en presencia de
los alumnos.
19.° Es de notar que hasta ahora la obediencia
ha sido más bien personal que religiosa. Evitemos
este gran inconveniente. No hay que obedecer nunca
porque es fulano quien manda, sino por razones de
orden superior, porque es Dios quien manda, aunque
se valga de quien quiera.
Comencemos a practicar esta virtud religiosa y
después vayamos inculcándola poco a poco en todos.
Hasta que no lleguemos a este punto, habremos
conseguido muy poco. No se hagan las cosas porque
(**Es11.304**))
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