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adiestrarlos en el trabajo que se les confía. Este
ha de ser uno de los cuidados especiales de los
prefectos, que deben reunirlos de ((**It11.353**)) cuando
en cuando para darles las normas oportunas y
cuidarse de que no abandonen los sacramentos y
así, poquito a poco, los prepararemos para lo que
deseamos, y para rendir preciosos servicios.
7.° Procúrese, además, no despedir a nadie por
faltas de escasa importancia. Si de ninguna manera
sirven para la finalidad que se les envió,
devuélvanse a Turín, entregándoles una carta de
acompañamiento. Si las faltas fueron
verdaderamente graves, envíeseles directamente a
sus casas, porque devolverlos a Turín sería
pasarnos a nosotros el disgusto y tener que sufrir
todavía el colegio que los despide. Pero también
en estos casos se comunique al Oratorio la causa
de la expulsión, a fin de que, si el individuo se
presentara para ser aceptado de nuevo, esté el
superior al corriente de todo.
8.° Sostengámonos todos mutuamente. Que se vea
en las Casas íntima armonía entre los superiores.
Sería una pena que los subalternos pudieran decir:
-Los superiores no se entienden entre sí; uno
rechaza lo que el otro quiere; uno organiza una
cosa y otro la desbarata.
Defendámonos unos a otros ante los subalternos.
Empléense también evasivas para dar a entender que
todos queremos lo mismo, aun cuando ya se haya
dado cuenta el subalterno de nuestra distinta
opinión. Mantengámonos, además, alabándonos
mutuamente, demostrando el gran aprecio que nos
profesamos. Todo colegio sostenga siempre
normalmente a las otras casas; háblese de los
otros colegios elogiándolos como los mejores y más
ordenados. Cada colegio defienda a capa y espada
la reputación de la Casa Madre, ante las personas
extrañas y ante los que viven dentro de nuestros
muros, prestando y haciendo prestar respeto a las
deliberaciones y ordenanzas que de ella vinieran.
9.° Es lo más importante para nuestras casas
buscar por todos los medios la obtención,
promoción, propaganda y seguridad de la moralidad.
Mientras todos, sin ((**It11.354**))
excepción, gocen públicamente de esta buena fama,
afluirán sin cesar los jóvenes, seremos
considerados como excelentes educadores y nuestros
colegios florecerán de todas maneras.
Si esto fallare, todo se derrumbará. No hay que
procurar el florecimiento de la moralidad
únicamente para ganar la confianza de las
familias: es más importante obtener nuestra
finalidad; pero también necesitamos esta confianza
y benevolencia, por eso procuramos ganarla. Las
normas para obtenerla y que se propague
especialmente respecto a los socios de la
Congregación, son las siguientes.
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