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Por la tarde presentó el Beato una amplia
exposición de ideas.
Imaginémonos estar oyéndole. Más o menos habló en
estos términos:
1.° Hay que imprimir esas cartas, que en las
Ordenes religiosas suelen llamarse cartas de
obediencia. Los hermanos deben presentarlas al
director de la casa a la que son enviados por el
superior. Antes de hacer tal entrega, un socio no
se comunique con los otros. Apenas entre en
aquella casa, póngase bajo la obediencia de aquel
director de quien depende enteramente.
2.° Una vez terminadas las conferencias
generales de otoño, se imprimirán los nombres y
los cargos principales de los miembros destinados
a ((**It11.352**)) cada
casa. Quizá no sea posible todavía en el presente
año; pero quede establecido para el año próximo.
Imprímase también una especie de carta para
entregar a cada uno, en la que se especifique su
destino.
3.° En todos los colegios hay que cuidarse del
papel usado. Los folios escritos sólo por una cara
pueden servir para hacer las primeras pruebas en
nuestras imprentas; las cuartillas totalmente en
blanco se cosen formando cuadernillos y sirven
para tomar notas, o también hacer recibos; los
papeles de embalaje guárdense para nuevos envíos,
y el papel ya usado véndase a las fábricas de
papel. Resulta interesante para la economía obrar
de este modo; se ahorrarían miles de liras.
4.° Téngase en todos los colegios una
consideración especial con los profesos perpetuos,
sean clérigos o coadjutores. Déseles gran
confianza y confíenseles las cosas más delicadas y
confidenciales de nuestra Sociedad, aunque no sean
tan hábiles como otras personas ajenas a nuestra
comunidad. Hay que decirles o hacerles entender
que se les dan aquellos encargos antes que a
otros, por ser profesos perpetuos, esto es,
hermanos del todo esencial e inseparablemente.
5.° Todas las casas han de procurar prepararse
el personal que necesitan. Ciertamente que en la
actualidad y durante algunos años no será posible
enviar un personal totalmente preparado para los
cargos a que van destinados; pero deben cuidarse
con todo esmero los directores de irlos formando,
estando atentos para ver en qué cosas no aciertan
y dándoles las normas y avisos oportunos, aun
cuando haya que dedicar mucho tiempo a esta
imprescindible ocupación. Así lograremos tener los
apoyos que se desean.
6.° Dígase lo mismo de los coadjutores y de las
personas de servicio, que se envían desde Turín.
Estén todos persuadidos de que siempre enviamos
del Oratorio lo mejor que se tiene disponible.
Pero muchas veces no existe el hombre del caso y,
por tanto, hay que mirar de
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