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la frecuencia de los sacramentos. Los Hermanos
atendían también a los muchos externos que iban a
clase y a los muchísimos que asistían al oratorio
festivo con verdadera satisfacción de todos. El
instituto era muy bien visto por la población.
Don Francisco Dalmazzo, director del colegio de
Valsálice para muchachos de familias acomodadas,
dio muy buenas noticias. Dijo en primer lugar que
se había duplicado el número de alumnos con
relación al año anterior. El buen resultado de los
exámenes y la convicción de que allí se estudiaba
de verdad, el viaje a Roma con los mejores,
durante las vacaciones, y especialmente la
bendición del Padre Santo habían contribuido mucho
a tal incremento. Sólo preocupaba a los padres el
temor de que los salesianos hicieran curas a sus
hijos. íGran disgusto éste entre las familias
ricas! Lo que, por otra parte, redundaba en gran
honor para los Salesianos, pues quería decir que
estaban convencidos de que allí se impartía una
educación verdaderamente cristiana. La salud era
óptima. Los estudios iban viento en popa, dado que
contaba con cuatro profesores universitarios que
enseñaban en el liceo: Allievo, Lanfranchi,
Bacchialoni y Roda para las matemáticas. En cuanto
a disciplina, religiosidad y moralidad se notaba
un progreso cada vez mayor, desde que el colegio
había pasado a nuestras manos.
Don Santiago Costamagna se refirió a las Hijas
de María Auxiliadora, de las que era director en
Mornese. Alabó sobre todo el espíritu fervoroso y
perfecto de las Hermanas; las educandas tenían
grandes deseos de hacerse religiosas y estaban tan
aficionadas a su colegio que ni una siquiera
hubiera querido salir de él. ((**It11.27**)) Pero se
lamentaba de su escaso número, por ser muy poco
conocido el Instituto, y también por la dificultad
de las comunicaciones, pues se trataba de un
pueblo a trasmano, sin ferrocarril y hasta sin
ómnibus para llevar a los viajeros regularmente.
Por el contrario, el número de Hermanas y
postulantes aumentaba cada día y llegaba ya a las
ochenta. Don Bosco maduraba un proyecto que
atraería a un mayor número de alumnas. Todas
gozaban de buena salud.
Don Miguel Rúa informó sobre el Oratorio. Puso
de relieve la mucha piedad y buena voluntad de los
estudiantes, la edificante laboriosidad de los
aprendices y su buena voluntad para rezar bien las
oraciones. También se hacía mucho bien entre los
externos, en cuya sección se había introducido
aquel año la innovación de las escuelas nocturnas
que atraían a muchos jóvenes, ya crecidos, no sólo
durante la semana, sino también los domingos.
En cuanto a los socios, dijo que, al haber
convertido en obligatoria(**Es11.30**))
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