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asistieran a clase de teología, y se examinaran
juntamente con los otros estudiantes de teología.
13.° Habiéndose notado la gran conveniencia de
que todos celebraran la misa en el colegio,
durante los ejercicios, se ordenó la construcción
de dos altares nuevos de madera para aquella
ocasión.
Por la tarde, se reanudó la sesión bajo la
presidencia del Beato don Bosco. Don Miguel Rúa
leyó los acuerdos tomados sobre el personal. El
cronista nos ha dejado esta observación: <>. Contra el parecer del Capítulo,
quiso que don José Fagnano fuera el director de la
nueva casa de América y no don José Ronchail, a
quien destinaba a otra cosa.
Se tomaron después tres disposiciones de orden
didáctico, una para el Oratorio y dos para
Valsálice. La del Oratorio era para los
estudiantes a los que se les adelantaba un curso
por su avanzada edad: se acordó que en la clase de
filosofía se comenzase por traducir el texto
latino al italiano, añadiendo las observaciones
indispensables para la comprensión de la
terminología. Para el colegio de Valsálice, se
estableció: 1.° que no se tomaran profesores
externos, en razón de los grandes gastos que ello
suponía y además por su desinterés en el
aprovechamiento de los alumnos, y los peligros
morales ocasionados por la divergencia de ideas,
de espíritu y de intereses; 2.° que se
simplificasen los dos cursos de liceo
(bachillerato superior) uniéndolos en uno, y así
se necesitarían menos profesores; en el primer
año, por ejemplo, todos estudiarían historia
medieval y lógica y en el segundo historia moderna
y ética.
Finalmente el Beato manifestó su voluntad de
que no sólo en el Oratorio, sino en todos los
colegios, tuvieran los clérigos un director (o
encargado) propio, pues se sentía gran necesidad
de ello, y que ((**It11.350**)) tal
incumbencia pertenecía al Catequista de cada casa,
cuyo director debía comunicar a sus clérigos esta
determinación.
La mañana del día 25 se pasó con la ceremonia
de la profesión religiosa, que se desarrolló muy
solemnemente. La conferencia de la tarde,
presidida por el Beato, se dedicó a la admisión de
los novicios.
Merecen atención especial algunos de los criterios
que él manifestó o que se aplicaron. Para que un
aspirante pudiera ser admitido en la Congregación,
dijo que se precisaba que el superior conociera
muy bien al candidato y que éste hubiera
demostrado tener mucha confianza con el superior;
y, además, que era necesario fuese de una
moralidad intachable. A algunos indecisos, cuya
resolución dependía de la voluntad
(**Es11.299**))
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