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será muy pronto, vengan a haceros una visita de
todo el día en un tren especial. Nosotros les
devolveremos también nuestra visita; iremos
tempranito a la estación, pasaremos todo el día en
Lanzo y, ya de noche, volveremos a nuestra querida
morada del Oratorio. Allí en Lanzo no hace tanto
frío como algunos piensan. Verdad es que hay días
en los que éste se hace el amo, pero existe la
ventaja de que, si el día está sereno, se disfruta
del sol durante todo el día; mientras que aquí no
se digna dejarse ver, y siempre se pasea sobre la
niebla.
Estuve en Lanzo dos días hablando con los
muchachos, que son buenos, y vedme aquí ahora a
vuestra disposición para hacer lo que me mandéis
respecto a vuestras necesidades espirituales en
estos dos últimos días de la novena, para luego
poder hacer una santa comunión general en la noche
augusta del Nacimiento del Niño Dios.
Creo que ya os habrán comunicado que hemos
recibido cartas de nuestros misioneros, que
escribieron desde Cabo Verde. Como son demasiado
largas para leerlas en público y no se pueden
hacer pasar a cada uno de vosotros, ya que sería
difícil descifrarlas, se ha pensado imprimirlas
para que cada cual pueda leerlas con comodidad y
mandarlas a su casa, si así le agrada.
Y termino encargándoos que preparéis bien
vuestra alma para la venida del Señor; que
descubráis sus más secretos escondrijos y los
limpiéis con el lavado santo de la confesión en el
tribunal de la Penitencia. Ahora pensad solamente
en esto para hacer después una buena y santa
Comunión. Buenas noches.
Si en todos los colegios se hubiera tenido la
preocupación de llevar la crónica de la casa, como
se hace en otras Congregaciones religiosas,
cuántas cosas útiles y hermosas, que se borraron
de la memoria, leeríamos con gusto en este
capítulo, que ha resultado demasiado breve para
nuestra legítima curiosidad y que, además, resulta
un poco inconexo por culpa de las lagunas de las
fuentes.
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