Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es11.273**) a los señores a visitar un dormitorio y el salón de estudio; dieron una mirada al jardín de detrás de la casa y descendieron a los pórticos, donde los músicos empezaron a tocar sus instrumentos. Después de oír una pieza visitaron todos los talleres. ((**It11.318**)) Don Bosco, antes de que llegara el forastero, había prevenido a todos los que habían estado en Roma, y le conocían, para que estuvieran callados, no dijeran nada, ni dieran muestras especiales de respeto; pero el incógnico corrió peligro de ser descubierto, porque, en la librería, don Joaquín Berto ofreció al desconocido la partitura de una misa dedicada por don Juan Cagliero al cardenal José Berardi, y uno del séquito parece que le dijo: -Oh, está dedicada a usted. Dos aprendices de la librería lo oyeron y divulgaron la sospecha. Y dos muchachos de la imprenta, que eran romanos, apenas le vieron exclamaron con admiración: -íSi es el Cardenal Berardi! Cuando reaparecieron bajo los pórticos ya estaban colocados los estudiantes en doble fila y, entre una salva de aplausos, entonaron el himno. Sentóse el visitante con los otros tres. Sonaron los cantos y las piezas de música durante una media hora. En los intervalos don Bosco dirigía unas palabras a su huésped, dando explicaciones sobre los jóvenes y concertando el modo de visitar deprisa la ciudad. Al terminar la recepción, levantóse el visitante, quitóse el sombrero, hizo un amable saludo a los muchachos y se dirigió a la portería. El respeto y la veneración que mostraba a don Bosco llenó a todos de admiración y de complacencia. Quiso que fuera a su derecha; y, ante su intento de colocarse a la izquierda, le dijo: -En esto mando yo; siga a mi derecha. A la salida, subió él primero al carruaje y, al advertir que don Bosco daba la vuelta hacia atrás para subir por la otra portezuela y ponerse a su izquierda, le hizo volver de nuevo y entrar por la misma que había subido él y sentarse a su derecha. Don Bosco hubiera preferido permanecer descubierto; pero tuvo que cubrirse. Todos los muchachos rodeaban la carroza y aplaudían. Allí sorprendieron a don Juan Cagliero y a don Joaquín Berto que le besaban la mano, mientras él les bendecía. Entonces casi se confirmó la sospecha de muchos. Nosotros prescindimos del <>. Se puso en marcha la carroza y, a poca velocidad, hizo un largo recorrido por la ciudad, según el itinerario trazado por don Bosco, que mostró y explicó a Su Eminencia los monumentos más importantes. ((**It11.319**)) La meta fue Valsálice. (**Es11.273**))
<Anterior: 11. 272><Siguiente: 11. 274>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com