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CAPITULO XII
AUDIENCIAS, HOSPITALIDAD, VISITANTES
SEGUIMOS el tema de la vida en el Oratorio, aun
cuando no lo diga explícitamente en el título. Los
que acudían en busca de audiencia, los huéspedes y
los visitantes daban al Oratorio una nota pasajera
de variedad dentro del ritmo ordinario de la
regularidad cotidiana de la casa; ya que, aunque
fuese don Bosco el centro de atracción, con todo,
aquel ir y venir continuo de personas no dejaba de
sentirse en la periferia, unas veces más y otras
menos. Vamos a ver lo que hubo de nuevo, también
en este aspecto, durante el año 1875.
Quien lo desee, siempre puede leer en el tercer
capítulo del séptimo volumen de estas Memorias
Biográficas el heroísmo de virtud que don Bosco
alcanzó, singularmente en sus últimos treinta
años, con el ímprobo trabajo de las audiencias. La
crónica del 26 de mayo de 1875 nos transmite el
eco lejano de una conversación en la que se tocó
también este tema.
Estaba don Bosco sentado a la mesa, rodeado de
invitados; pero no se encontraba bien. El
cansancio, que le había producido la fiesta de
María Auxiliadora, debilitaba todavía sus fuerzas;
es posible que le faltase su acostumbrada soltura
y quisiera dar una explicación de ello a los
comensales. Se expresó así: <>-Me quedaré en Turín hasta que logre hablarle
con tranquilidad.
>>Yo le respondo:
>>-Ahora no puedo, vea cuánta gente espera.
>>Y el otro agrega:
>>-No ((**It11.312**))
importa; me quedaré, esperaré y ya vendrá el
momento.
>>En fin, por más que se diga o se haga, uno es
sólo un hombre y no puede multiplicarse>>.
Se le buscaba con afán por todas partes, con la
esperanza de poder
(**Es11.267**))
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