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espacio de un mes entero estuvo espiando sus
movimientos; pero, según declaró a don Luis Nai,
después de la muerte del Siervo de Dios, no pudo
encontrar nada, absolutamente nada que se pudiese
llamar defecto. De tan gran virtud sacaba la
pequeñez del Oratorio aquella fuerza y vigor, que
impulsaba obras magnanimas, sostenía la constancia
en el bien, y ensanchaba los corazones haciéndoles
aspirar a la consecución de grandes y nobles
empresas.
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