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4.° No dejar de buscarse alguna ocupación: -Yo
desearía, decía don Bosco, se dieran algunas
clases, con las que los más atrasados en latín
pudieran progresar: pero lecciones sencillas,
fáciles, sin largas explicaciones y solamente de
repaso gramatical. Ejercitarlos en que lean bien.
Parece mentira lo difícil que resulta leer en
público con sentido y entonación; para algunos es
muy dificultoso pronunciar las letras dobles, para
otros la zeta. La o se pronuncia como si fuese una
u. Hay también otra cosa que parece no tener
ninguna importancia, la tiene y mucha, y es
enseñar a escribir una carta bien redactada. Los
hay que tienen talento, que progresan en los
estudios, que ya son sacerdotes, médicos o
abogados, y, si tienen que escribir una carta de
cortesía, se encuentran apurados: se les escapan
faltas de ortografía, de gramática, equivocan los
títulos, no saben dónde se colocan la fecha y la
firma. Para enseñar esto me parece m uy oportuno
el tiempo de vacaciones, porque son estudios que
requieren poco esfuerzo, y resultan enormemente
útiles. También se podría dar alguna clase de
francés a los que han adelantado mucho en los
estudios a lo largo del año.
-En cuanto a los que se encuentran flojos en
latín, se requiere paciencia. Generalmente son los
que querrían menos clases, o bien se creen que
saben lo mismo que los otros y tienen a menos
fijarse en ((**It11.296**))
aquellas reglas que ellos llaman pequeñeces;
buscan cosas más elevadas, y acaban por no
aprender lo uno ni lo otro.
-El curso pasado ocurrió que se puso un maestro
expresamente para éstos; de vez en cuando no podía
dar sus clases, porque, ora por una excusa, ora
por otra, se ausentaban, y el motivo principal era
la poca voluntad. Sin embargo, me parece bien que
se haga así, a fin de que, por nuestra parte, se
procure proporcionar mayor instrucción a los que
más la necesitan.
5.° Fijar un horario. Prácticas de piedad: a
las seis, misa y meditación. A las diez, una hora
de clase y después lectura espiritual. De las tres
y media de la tarde hasta las cinco, estudio
libre. A las cinco, visita al Santísimo
Sacramento, pidiendo permiso para hacerla en Villa
Arnaldi, donde tienen capilla con reservado. El
resto del día quédese para recreo y haya todas las
tardes paseo hasta las siete y media; apenas
llegados a casa, cena. A las nueve, oraciones y
descanso.
No satisfecho todavía con estas providencias,
quiso hablar sobre las vacaciones a todos los
clérigos reunidos. Así que el 6 de julio por la
tarde, puesto que habían terminado los exámenes
finales, los reunió para una conferencia. El tema
de las vacaciones le prestó ocasión para decir
cosas que ayudasen a reavivar en los clérigos su
amor a la Congregación y a prevenirlos contra los
peligros del ocio estival.
Se han terminado satisfactoriamente los
exámenes de teología y filosofía. Comienzan las
vacaciones. Sé que muchos de vosotros estáis
cansados y necesitáis unas vacaciones, que he
procurado se puedan pasar a satisfacción de todos.
Hay algunos que tienen todavía trabajo y no pueden
empezarlas enseguida, pero lo harán más tarde:
otros, las comenzarán mañana. Lo que os encomiendo
es que las vacacaciones sean de descanso; pero, al
mismo tiempo, que estéis ocupados, no sea que,
recrearais el cuerpo y perdierais el espíritu.
Para ello se ha combinado un horario, lo mismo
para los que se quedan aquí que para los que van a
la Villa Monti, a fin de que haya mucho recreo y
no falte ocupación.
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