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generalmente hablando, podía ser verdad; pero lo
importante era que la muerte de un individuo no
estuviera señalada en los libros eternos para una
fecha dada, porque en tal caso nada podría
evitarla. Pero que contribuye en sumo grado a la
longevidad la moralidad, la cual nos da las reglas
para bien vivir y nos enseña a amar la virtud, la
templanza y muchas otras cosas utilísimas para
conservar el cuerpo.
-A este propósito, continuó, ((**It11.291**)) he
sabido que hace pocos días murió un joven
robustísimo y que daba de sí muy buenas
esperanzas, y, en cambio, vive, aunque siempre
enfermizo, un hermano suyo, que casi parece
tísico. Ved, pues, que no sirven para nada la
salud y la robustez, si está decidido en los
libros eternos que éste o aquél debe morir.
La conversación quedó interrumpida con la
llegada del sacerdote don Luis Rocca, y el toque
de la campana.
<>,
escribe el relator. Era éste el clérigo que dio
ocasión a las reflexiones finales relativas a la
muerte. Se llamaba César Peloso, y resulta
sintomático que fuera precisamente él, que murió
poco después, quien tuviera el pensamiento de
tomar apuntes sobre esta interesante conversación.
Para la buena formación intelectual, el Siervo
de Dios daba mucha importancia al estudio de la
filosofía. Estaba al corriente de lo que en esta
clase se hacía.
-Tengan paciencia los profesores; procuren
rebajarse mucho para ponerse a la altura de los
alumnos; no pretendan hacer continuas y sublimes
disertaciones; lo que importa es explicar el
texto, no el discursear sobre la materia.
El maestro principal de filosofía no debía
estar muy satisfecho de sus discípulos. Hombre
serio, más bien severo, de mucha inteligencia y
temple vigoroso, quizá no los encontraba
totalmente de su gusto. Es probable que un día
expusiera por escrito a don Bosco sus quejas y que
fuera ésta la respuesta del santo educador:
Muy querido Bertello:
Procuraré hacer cuanto pueda para despertar
amor al estudio en tus alumnos, pero haz tú
también lo que puedas para cooperar a ello.
1.° Considéralos como hermanos tuyos; cariño,
benignidad y respeto son la llave del corazón.
2.° Hacerles estudiar sólo lo que puedan y nada
más. Hacerles leer y entender el libro de texto
sin digresiones.
3.° Preguntarles con mucha frecuencia,
invitarles a exponer sus ideas y a leer, leer y
exponer.
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