((**Es11.249**)
Muy querido Nai:
Se le antojan a uno antojos de esta tierra y
por encima de ella, pero los votos que tú vas a
proferir vuelan hasta el trono de Dios; por eso
los primeros no pueden por ningún motivo turbar a
los segundos. Por tanto, no temas y sigue
adelante. Si se te ocurre alguna observación,
hablaremos dentro de poco.
Dios te bendiga, age viriliter, ut coroneris
feliciter (actúa virilmente, para ser coronado
felizmente). Pide por tu
Turín, solemnidad de María Auxiliadora, 1875.
Afmo.
amigo en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
Es un placer sorprender al Siervo de Diso en su
vida en el Oratorio con los clérigos. Una
relación, escrita inmediatamente después del
suceso, nos lo representa como una fotografía
instantánea tomada por un clérigo.
((**It11.290**))
Formóse después de la cena un corrillo de
clérigos, que hablaban tranquilamente entre sí. En
esto que se acercó don Bosco en compañía de
algunos más. Se abrieron los del corro y
cercáronle besando su mano. Don Bosco se paró,
dirigió unas palabras afectuosas y joviales a cada
uno, y después les dijo a todos:
-íVosotros, los clérigos, sois mi corona!
-Con tal de que, dijo uno, no sea de espinas.
Y él sonriendo, al par que señalaba a don Julio
Barberis que estaba a su lado, replicó:
-Si fuera así, heme aquí al lado del gloria
patris filius sapiens!
(ígloria del padre, el hijo sabio!)
Después empezó a soltar amables agudezas, hasta
que, por fin, dijo:
-Anoche tuve un sueño. Me parecía, más aún,
estaba seguro de que se llevaba el Viático a un
enfermo. Ansioso de saber quién era, se lo
pregunté al que estaba a mi lado; pero él, siempre
en silencio, hizo una mueca. íPues con todo, dije
para mí, quiero saberlo! Y dicho y hecho: me puse
en camino tras del Viático. Al llegar a la casa,
entraron los sacerdotes y yo detrás; llegamos a la
puerta de la habitación, hice por pasar y no
podía. Me esforcé varias veces para llegar hasta
el moribundo e íimposible! íEsto es un sueño!,
dije entonces. Y al momento me desperté y repetí:
íVerdaderamente es un sueño!
Cambiando de conversación, manifestó don Bosco
su satisfacción de que no hubiera ningún enfermo
en el Oratorio. Entonces uno de los clérigos salió
con la pregunta de si era cierto que la longevidad
dependía de la buena conservación de la dentadura.
El respondió que,
(**Es11.249**))
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