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preparar las preciosas páginas de la Introducción,
cuya finalidad es la de poner bien en claro el
espíritu que informa las reglas, páginas que
estuvieron listas para la imprenta el 15 de agosto
de 1875. Y, en tanto, él se industriaba para hacer
penetrar este espíritu en el corazón de los
jóvenes clérigos, valiéndose de todos los medios
que le sugería su paternal solicitud.
No se les escapaban a los superiores, que por
su cargo estaban más en contacto con él, las
industrias que empleaba para enderezar a los
clérigos que se mostrasen más reacios e
incumplidores de la regla. Iba cercando al joven
con tanta prudencia, escribe don Julio Barberis,
que el individuo, aun sintiéndose conquistado, no
se daba cuenta de porqué don Bosco lo trataba con
tanta benevolencia.
La necesidad le obligaba a veces a separarse de
aquellos hijos amados para enviarlos a ayudar en
las casas; pero continuaba siguiéndoles con
vigilante caridad. Tenemos una prueba elocuente de
ello con la cariñosa cartita al clérigo Nai,
recientemente enviado a Borgo San Martino.
Pero antes hay que conocer los precedentes.
Cursaba Nai el cuarto de bachillerato cuando un
día le preguntó don Bosco de sopetón:
->>Quieres hacer un contrato con don Bosco?
->>Cuál?
-La semana que viene te lo diré.
((**It11.289**)) Cuando
llegó el día de su confesión semanal, el muchacho
preguntó a don Bosco, mientras le confesaba:
->>Qué contrato quiere usted que haga:
->>Te gustaría quedarte para siempre con don
Bosco?
-íMucho!
-Pues bien, haz esto: preséntate a don Miguel
Rúa, y dile que te manda don Bosco.
Don Miguel Rúa le dijo amablemente por toda
respuesta que el jueves siguiente, a tal hora,
fuese a la iglesia de San Francisco. Nai acudió
puntualmente. Allí se encontró con un grupo de
muchachos elegidos, con los cuales escuchó lo que
don Miguel Rúa dijo sobre el quedarse con don
Bosco. Al poco tiempo, díjole don Bosco en otra
confesión:
-En este momento tengo presente todo tu
porvenir.
Y le descorrió el velo. Hoy, a los setenta y
cinco años de edad, asegura don Luis Nai, y
estaría dispuesto a confirmarlo con juramento, que
aquella predicción se verificó exactamente.
Era ya cleriguito, se aproximaba la fecha de
hacer los votos cuando empezó a tener dudas, que
no había tenido antes ni por asomo. Declaróselas
al Padre de su alma y éste le respondió:
(**Es11.248**))
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