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Al darse cuenta de que faltaba poco tiempo para
la partida del tren le dijo:
-Corre, Dogliani; adelántate a la estación y
saca los billetes.
->>De primera o de segunda clase?
-De tercera, siempre de tercera.
Cuando llegó don Bosco, subieron juntos a un
vagón de tercera clase. Los empleados de la
estación, que reconocieron a don Bosco, le
obligaron a pasar a primera junto con su
compañero. Se acomodaron, y dijo don Bosco
sonriendo a Dogliani:
->>Lo ves? Si hubiéramos sacado un billete de
segunda clase, nos habrían dejado en segunda. Lo
tomamos de tercera y nos han pasado a primera.
Dogliani viajó otra vez con don Bosco y ícómo
recuerda todavía el mal rato que pasó al darse
cuenta de que le había perdido la maleta! Al verle
don Bosco tan preocupado ((**It11.284**)) y
saber el porqué, le dijo:
-No te apures. Sólo lo siento por ciertos
papeles...
No había terminado la frase, cuando llegó un
hombre jadeante, que dijo:
-Aquí tiene su maleta.
Dogliani respiró.
íPobre maestro Dogliani! Experimentó la bondad
paternal de don Bosco con los coadjutores en
circunstancias un poco diferentes. Una noche
terminó el buen Padre de confesar después de que
la comunidad había cenado hacía un buen rato.
Sentóse a la mesa, y Dogliani, que simultaneaba el
estudio de la música con el servicio al comedor,
pidió la cena para él. El cocinero envió un plato
de arroz ya pasado y frío. El joven coadjutor se
indignó y dijo:
-íPero si es para don Bosco!
Y su colega respondió desde la cocina:
-íDon Bosco es como todos los demás!
Un día entero en la cocina y una cocina como
aquélla explican, si no justifican, aquel
lenguaje. Por otra parte, el famoso Gaia era un
buen hombre, pese a su duro carácter. Dogliani,
mortificado, presentó a don Bosco aquel condumio y
se retiró a un lado. Pero el clérigo Cassinis, el
futuro misionero, no se contuvo y le repitió las
insolentes palabras. El Beato no frunció las
cejas, no pestañeó, ni tampoco calló con
indignación, sino que dijo con tranquilidad y tono
sereno:
-Gaia tiene razón; es verdad 1.
Esta otra aventura, sin embargo, fue por culpa
del refitolero, distraído
1 El pobre Gaia se trastornó y fue internado en
el manicomio a finales de marzo de 1876.
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