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((**Es11.241**) esperanzas. Estos se lo piensan antes de dar un paso; pero, una vez que lo dan, ya no retroceden. Toman una resolución después de pensarlo mucho, y una vez tomada, nadie es capaz de cambiarlos: y es seguro que continuamente se les verá progresar por el camino de la virtud. Téngase, pues, muy en cuenta al joven que es constante en el bien, aunque no parezca muy lleno de ardoroso fervor. Don Julio Barberis le hizo notar que había algunos novicios que ahora marchaban bien, mientras que en años anteriores, no daban muestras de fervor, como simples ((**It11.280**)) alumnos, por lo que se les habían puesto muchas dificultades para ingresar en el noviciado. Don Bosco le respondió: -Hay que tener en cuenta una cosa sobre ellos. Generalmente son pobres del todo, de suerte que, fuera de la Congregación, no tendrían ni siquiera lo necesario. Aquí no les falta nada, y para ellos nuestra mesa es muy buena. Además, el no encontrar aquí ninguna contrariedad, el verse bien tratados y no contar fuera de aquí con un sitio donde meter la cabeza, hace que se queden muy contentos en nuestra Congregación. Poco a poco se van fortaleciendo en la virtud y abrazan por último nuestra vida, con verdadero espíritu religioso. También es bueno que nos sirvamos de este medio. íCuántos hay ahora que trabajan muy bien en casa y en un principio sólo entraron porque no hubieran sabido adónde ir para vivir honradamente! Es muy importante que estos tales sean bien tratados, esto es, que no les falte nada de lo necesario, porque en esta su edad de inconstancia basta verse contrariados en algo para tomar la resolución de marcharse. Les pesará después de haber dado aquel paso; pero ya estarán fuera y todo se habrá acabado. Si tuvieran más edad, diría: -Si por una nonada se van, váyanse en buena hora; no son individuos que, a la larga, puedan acarrear utilidad a la Congregación. Pero tratándose de jovencitos, no se puede decir otro tanto. Hay jóvenes bonísimos que, engañados por una pasioncilla, por los padres, amigos, intereses o su imaginación exaltada toman deliberaciones prematuras. Si éstos se quedan en la Congregación, después de algún tiempo y desaparecidos esos caprichos, harán muchísimo bien a sí mismos y a los demás. Refirióle don Julio Barberis que el prefecto había escrito a los padres de algunos novicios pidiéndoles que pagaran los atrasos, no de la pensión, porque eran gratuitos, sino de los gastos personales, amenazándoles con que, si no los pagaban, mandaría a su casa al clérigo. Que había venido algún pariente sacerdote, protestando que no quería pagar nada, si el clérigo permanecía en la Congregación y que quería (**Es11.241**))
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