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influían un poco en la disminución del fervor de
algunos y en la relajación de la disciplina de
otros. Esto explica, quizá, la reiterada alusion a
los novísimos.
8 de agosto. Modo de hacer bien la novena de la
Asunción de la Virgen.
Estamos en la novena de la Asunción de María al
cielo. En casa no se celebra ningún ejercicio
público especial de devoción en esta ocasión, pero
exhortamos a todos a hacer algún acto de piedad en
privado, especialmente la frecuencia de la santa
comunión. Además se pueden mortificar los ojos, la
lengua y también la gula. Celebramos esta fiesta
de la Asunción para pedirle a María Santísima que
nos obtenga un tránsito feliz, semejante al que
Ella tuvo, que, mejor que muerte, se podría llamar
plácido sueño. Yo os auguro a todos una muerte
semejante.
9 de agosto. Constancia en el bien obrar para
estar tranquilos a la hora de la muerte.
Una señora se encomienda a las oraciones de los
de la casa. Se hará un triduo según su intención y
se desea que también el próximo domingo se
ofrezcan por ella las oraciones y las comuniones
de los buenos muchachos del Oratorio.
Fui hoy a visitar a una señora muy rica, que se
encuentra gravemente enferma. Criados, parientes y
amigos andaban todos trajinando. No se hablaba más
que de médicos, medicinas y consultas de
especialistas. Entre tanto, la pobre enferma
estaba próxima a presentarse ante el tribunal de
Dios. Se confesó, pero, aun después de haberlo
hecho, estaba inquieta y no podía conformarse ante
el pensamiento de la muerte y tener que abandonar
las riquezas. íVanidad de las cosas mundanas! Yo
pensaba para mis adentros: mis muchachos son más
felices que los ricos y poderosos de este mundo;
afrontan la muerte alegres, y hasta deseosos de
librarse del cuerpo para ir a gozar del Señor,
como lo hemos visto en los que murieron en casa;
mientras los ricos, aun sin ser malos, no pueden
dejar de temer a la muerte cercana. Y los que hoy
hacen sus devociones y mañana se emborrachan,
ayunan el sábado y comen carne al viernes
siguiente, viviendo por este estilo, y dándose un
poco al Señor y otro poco al demonio, no pueden
ser bendecidos por Dios y tiemblan cuando se
acerca la última hora.
Vivamos nosotros en el santo temor de Dios y,
al fin de nuestra vida, afrontaremos intrépidos
las agonías de la muerte.
((**It11.256**)) 10 de
agosto. Remordimientos de los pecadores en punto
de muerte y varios propósitos
Un miembro de nuestros colegios fue llamado a
casa porque su padre estaba enfermo; pero cuando
llegó se lo encontró muerto. Nosotros, que siempre
rezamos por quien se encomienda a nuestras
oraciones, debemos hacerlo con mayor razón por
este difunto, padre de un sacerdote de nuestra
Congregación, que trabaja mucho por el bien de las
almas.
Y ahora quiero seguir el tema de ayer noche. Es
un tema de máxima importancia, dado que se trata
de la muerte. Si con ella nos equivocamos, lo
perdemos todo, puesto que se muere una sola vez.
Es un gran tormento para el moribundo el
pensamiento de haber gozado de la vida y
considerar la salud que Dios le concedió y lo mal
que la empleó. Pensar que Dios le dio las manos y
él las empleó para robar y hacer otros pecados.
Dios le dio
(**Es11.221**))
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