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Hacía pocos días que había vuelto al Oratorio
un alumno del tercer curso, que había estado en su
casa por enfermedad. Subió a saludar a don Bosco y
le dijo que sus padres no podían pagar de ningún
modo lo que debían ni la pensión corriente.
-Lo único que han podido hacer, añadió, para
compensar de algún modo la deuda, ha sido mandarle
estas seis robiolas.
Según afirmaba don Bosco, que sabía que el
muchacho era el primero de su clase y muy bueno,
lo dijo con mucha gracia y desenvoltura.
->>Entonces, repuso don Bosco, tus padres no
podrían hacer otra cosa?
-Nada, nada; lo que yo podría darle ahora
mismo, sería hacer mi confesión general con usted.
Riose don Bosco, creyendo que el muchacho
bromeaba. Pero, efectivamente, al día siguiente
fue a hacer su confesión general. Don Bosco hizo
notar por último que una rebanadita de aquel queso
lombardo valía cincuenta céntimos.
A continuación habló de la paciencia de muchos
jóvenes que aguantaban dos y tres horas de
rodillas, sin moverse y sin apoyarse, esperando su
turno y que, a veces, después de tanto esperar,
dejaban pasar antes a otros.
-Para hacer esto se requiere gran virtud,
concluyó don Bosco.
Siguen dos <>, dadas en la
primera mitad del mes de María, una tras otra, y
se completan entre sí. En la segunda don Bosco se
sirvió del diálogo, al que acudía cuando quería
fijar bien una idea. Crecía cada día el número de
aspirantes ((**It11.238**)) al
estado eclesiástico, que procedían de familias muy
pobres; si no se ponía atención, ello daba ocasión
a que muchos quisieran hacerse sacerdotes por
fines humanos y no por un verdadero deseo de
salvar almas. Pero don Bosco naturalmente opinaba
que es mejor para la Iglesia tener un sacerdote
menos que un escándalo más. Además, era necesario
llamar la atención sobre la Pía Sociedad. En una
palabra, el asunto era delicado. Esa es la razón
de la segunda charla en forma de diálogo, que no
era improvisado, sino preparado antes con mucho
cuidado.
10 de mayo. Desinterés por la vocación
sacerdotal; seguridad de los débiles en las
Congregaciones religiosas.
Estamos en el hermoso mes de María y, además,
en la novena del Espíritu Santo. Me gustaría que
todos pusierais gran empeño para hacer bien este
mes y esta novena y que dedicarais a ello una
intención especial. Rezad para que el Espíritu
Santo os ilumine en estos días y os haga conocer
qué es lo que el Señor quiere de vosotros. Pensad
todos en vuestra vocación y piensen en ello sobre
todo los que ya están
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