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practicar las cosas buenas. Así, por ejemplo, es
muy bonito saber lo bueno que es ir a la iglesia y
rezar; pero es mejor ponerse a rezar y rezar bien;
es muy bonito saber que es cosa buena ir a
confesar y confesarse de verdad; pero confesarse
con buenos propósitos, para bien del alma. Tampoco
basta una devoción de afectos y oraciones
momentáneas, sino que se requieren resoluciones
firmes y de enmienda. Así se honra a los santos.
Creedlo: lo contrario es un error y un error
grande.
Termino. >>Queréis ser verdaderos devotos de
san José? Procurad ser verdaderos imitadores de
sus virtudes y al fin de vuestra vida os
encontraréis satisfechos. Buenas noches.
Las dos charlas siguientes se refieren a los
ejercicios espirituales de los estudiantes. Don
Santiago Costamagna predicó las instrucciones y
don Francisco Dalmazzo las meditaciones. Dice don
Bosco que los dos son <>, aunque uno
dirigía a las monjas en Mornese y el otro el
colegio de Valsálice; los salesianos, aunque
residieran fuera, se consideraban siempre unidos
estrechamente a la familia que rodeaba a don Bosco
en el Oratorio, de donde él los había sacado.
((**It11.234**)) 23 de
abril. Manera de hacer bien los ejercicios
espirituales: pensar en la vocación.
Esta noche, queridos hijos, voy a dialogar con
vosotros.
->>Queréis ser amigos de don Bosco?
Todos: -íSí, sí!
->>Y si os dijera que hagáis bien estos
ejercicios espirituales, los haríais bien?
Todos: -íSí, sí!
Así todo va bien. Con esta vuestra buena
voluntad espero que hagamos grandes cosas. Los
ejercicios, queridos míos, son algo muy importante
y de inmensa utilidad. Es cierto que ya sois todos
virtuosos y santos; mas no os ilusionéis por eso
pensando que los ejercicios no sean utilísimos
también para los buenos; porque siempre son una
nueva ayuda, un auxilio nuevo que reanima el
espíritu ya debilitado. Todos necesitan una
revisión de su conciencia, un alivio para el
cansancio. Os dice expresamente el Apóstol: Qui
sanctus est, sanctificetur adhutc: qui iustuts
est, iustificetttr, el que es bueno y virtuoso
aumente más su bondad y su virtud; el que es
santo, desee mayor santidad y hágase más santo.
Además de esto, yo acostumbro recomendar mucho
en estas circunstancias a todos los jóvenes que
piensen en la vocación, sobre todo a los que se
encuentran a punto de acabar los cursos de
bachillerato. Esto es algo que os debe interesar
mucho; porque, de haber pensado o no en el estado
al que Dios nos ha destinado, puede depender
muchas veces que nuestra vida sea feliz aquí en la
tierra (sea cualquiera la forma de esa felicidad)
y en la eternidad.
Para esto, queridos amigos, es muy importante
hacer una confesión general de toda la vida, si
nunca se ha hecho, o del tiempo transcurrido desde
la última confesión general hasta el presente.
Quien quiera confesarse con los predicadores,
tendrá comodidad para ello; pero os aconsejo, mis
queridos hijos, lo mismo que aconsejan los santos:
que debiendo tratar una cosa de tanta importancia,
como es la de conocer la llamada del Señor, se
trate de ello con el confesor ordinario.
(**Es11.203**))
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