((**Es11.19**)
Llegó don Luis al Oratorio en el momento en que
los Superiores salían de una reunión, en la que se
había decidido aceptar las Misiones de América.
Don Bosco, que se encontró con él a la puerta de
la habitación, le dijo:
->>Vamos a América?
-También me gustaría a mí, repuso don Luis
Guanella, establecer en la diócesis una comunidad
de muchachas (quería decir religiosas) y aún otra
de varones, como ya hemos acordado otro compañero
y yo.
-Aquí tenemos todo esto, añadió don Bosco.
Tenemos sacerdotes, tenemos también hermanas, y
usted se quedará para siempre con nosotros.
<>Cuando me encontraba con don Bosco me parecía
estar en el paraíso. Con el auxilio divino y
gracias a las oraciones de don Bosco, me corregí
de defectos que, de otro modo, seguramente me
habrían acompañado hasta la tumba. Me parece que
adelanté especialmente en el espíritu de
mortificación, ateniéndome a la regla lo mejor que
podía.>>
El Catálogo de aquel año presenta la novedad de
que contiene los rasgos biográficos de los
Salesianos fallecidos durante el año anterior.
((**It11.13**)) Eran
los sacerdotes Francisco Provera, José Cagliero,
Domingo Pestarino y el clérigo Luis Ghione. Una
carta de don Bosco precedía y presentaba las
cuatro necrologías, al mismo tiempo que transmitía
a sus hijos la palabra del padre, con motivo del
Año Nuevo 1.
A los Hermanos Salesianos:
El año 1874, amadísimos hijos, ha sido para
nosotros un año memorable por demás. Su Santidad
el Papa Pío IX, después de habernos concedido
muchos privilegios, dignóse aprobar
definitivamente nuestra humilde Congregación, con
fecha 3 de abril. Pero mientras este glorioso
acontecimiento nos colmaba a todos de verdadera
alegría, nos sentimos rápidamente amargados con
una serie de sucesos. En efecto, el día 13 del
mismo mes Dios se llevaba consigo al sacerdote
Francisco Provera, después
1 No tenemos ninguna razón para creer que las
biografías las escribiera el mismo don Bosco; y
además, por el estilo parecen de don Celestino
Durando. En su elocuente sencillez resultan
edificantísimas. El conocimiento personal que
todos tenían de los difuntos, hubiera
desaconsejado a cualquiera toda retórica
laudatoria. Se pueden unir a otros documentos que
comprueban la solidez de la piedad religiosa que
informaba a los primeros hijos de don Bosco. El
Beato acostumbraba revisar los escritos de los
suyos, cuando se relacionaban con las cosas del
Oratorio o de la Congregación.(**Es11.19**))
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