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costumbre. Aquello pareció una manera practica y
segura para la exposición del Santísimo. Parrocos
y obispos lo habían acogido bien.
Don Bosco lo empleaba en sus iglesias. La
aprobación de Roma habría proporcionado al
inventor una fuente de ingresos. Para hacerle ese
favor, don Bosco envió los planos a la Sagrada
Congregación de Ritos, recomendando el asunto.
Pero la ((**It11.213**))
Congregación no aprobó el pequeño invento, y
tampoco quiso devolver los planos, porque ésa era
la costumbre.
Finalmente se hizo una excepción con don Bosco
para librarle de graves molestias. Pero el tal
Rúa, al ver la ruina de su industria que, de no
haber hecho aquel recurso, le hubiera seguido
produciendo ganancias, inculpó de ello a don Bosco
y le puso pleito: pretendía que los tribunales
obligaran al Siervo de Dios a indemnizarle con una
elevada cantidad. Por fortuna, el magistrado fue
de parecer muy distinto.
La tercera molestia tuvo también su origen en
un acto de caridad.
Recuerden los lectores la rifa o cuestación sui
generis que don Bosco ideó en el invierno de 1872
a 1873. Fue aquel un invierno memorable a causa de
las restricciones públicas. Para conseguir medios
de subsistencia don Bosco invitó, con una circular
enviada en sobre cerrado, a un número
extraordinariamente grande de bienhechores a
adquirir boletos por valor de diez liras cada uno,
a título de limosna, poniendo como premio la rifa
de un hermoso cuadro, reproducción bien lograda de
la <> al estilo de Rafael. La
autoridad pública creyó ver en ello una violación
de la ordenanza legislativa que prohibía rifas
públicas, por lo que fue citado a juicio. No le
valió que manifestara en el interrogatorio que con
aquella rifa <>. La causa se prolongó durante
mucho tiempo y no terminó hasta 1875, con una
sentencia de la Corte Suprema, por la que se
condenaba <> a
una fuerte multa, por contravenir la ley sobre
rifas públicas 1.
1 El Tribunal de Turín, por sentencia del 4 de
octubre de 1873, le condenó a a multa de tres mil
quinientas liras <>. La Corte Suprema,
por sentencia del 16 de febrero de 1875, redujo la
multa a mil quinientas liras, más la cantidad del
valor del cuadro del premio, confirmando el
secuestro y revocando su confiscación. Fue
condenado también a las mayores costas. Don Bosco
compareció a la llamada representado por el
procurador Jacinto Pipino. El relator de la causa
fue el juez abogado Dedominici. Don Bosco siempre
fue citado con el título de Caballero, porque
realmente en 1852 se le confirió la Cruz de
Caballero de la Orden de San Mauricio y San Lázaro
(LEMOYNE, Memorias Biográficas Volumen IV, pág.
376).
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