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la media hora que había entre la cena y las
oraciones de la noche, para oír a unos, llamar a
otros y dar órdenes.
Hay una croniquilla que nos lo pinta al vivo en
el momento de cumplir tal ocupación.
Era la noche del 8 de julio. Cuando quedó libre
el refectorio, hizo señas a don César Chiala,
catequista de los aprendices, para que le
aguardara, y habló con él sobre la impresión de
unos fascículos de las Lecturas Católicas. Detrás
de él se presentó don José Lazzero, prefecto de la
casa, para hablarle de unas medidas a tomar para
la buena marcha de la disciplina de los
aprendices. Aún no había terminado, cuando don
Julio Barberis, maestro de novicios, se le acercó
para decirle que el Capítulo de la casa había
propuesto por unanimidad que se proporcionaran
unas vacaciones alegres a los clérigos, para que
no les viniese el capricho de ir a pasarlas con
sus familias, y para ello venía a presentar planes
sobre el lugar, el tiempo, la duración, la
modalidad, hasta que:
-Todo está bien, concluyó don Bosco; pero esa
casa apenas es capaz para albergar a quince
personas. Por lo demás es adaptada. Que se hagan
los arreglos ((**It11.204**))
necesarios.
Y he aquí que llega don Celestino Durando,
consejero escolástico general, y dice:
-El profesor Rocchia querría imprimir en
nuestra imprenta, dejándonos la propiedad, un
libro suyo, sobre el cual me parece que usted le
escribió su parecer.
->>Es un libro escolar?
-Es un repertorio de frases latinas. Parece que
no está mal.
-Pero tendrá poca venta.
-Los Escolapios lo usarían también en sus
escuelas y ayudarían a su difusión.
-Habla con Barale (el director de la librería)
y entendeos. Mi parecer, sin embargo, es que se
imprima por cuenta del autor.
Después se presenta don Luis Guanella para
exponerle su idea de un libro sobre la propagación
de la fe para publicarlo en las Lecturas
Católicas, y le traza su esquema. A continuación
se acerca don Domingo Milanesio, director del
oratorio festivo y de las escuelas externas, se
pone al lado de don Bosco, que ya se disponía a
salir, le acompaña mientras sube las escaleras, le
pide que apruebe una nueva clase nocturna para los
externos, y le explica cómo se podría hacer, según
él.
Con directivas tan continuas, concretas y
seguras, se iban formando los hombres del provenir
y conseguía que las actividades del Oratorio se
desarrollasen sin complicaciones.
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