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preguntaba por el resultado de la Congregación:
<>.
Y veamos por fin el resultado. A la primera
duda sobre las cartas dimisorias se respondió:
Negative et ad mentem. La intención era que se
presentara al señor Arzobispo de Turín la petición
presentada por el Rector General de la Sociedad
Salesiana para poder conceder las cartas
dimisorias ad quemcumque Episcopum y al extra
tempora, y la negativa de la ((**It11.199**))
Congregación a tales privilegios, tanto más que ya
gozaba de este indulto para diez años concedido el
3 de agosto de 1874, para el ejercicio del cual se
exhortaba, sin embargo, al señor Arzobispo a que
se atuviera a la concesión hecha y así no fuera
necesario que la Sagrada Congregación proveyera de
otro modo, para que él pudiera gozar de aquel
privilegio.
La respuesta a la segunda duda acerca de la
comunicación de los privilegios fue:
Comunicationem, prout petitur, non expedire. Se
establecía, sin embargo, que se suplicase al Sumo
Pontífice, declarara que las casas de la Pía
Sociedad Salesiana, en las que vivieran
regularmente por lo menos seis socios, estaban
exentas de la jurisdicción y de la visita de los
Ordinarios en todo lo concerniente a la disciplina
interior y a la administración, salva siempre la
jurisdicción de los Ordinarios en cuanto a las
iglesias, la administración de los sacramentos y
lo referente al sagrado ministerio.
Cuando el buen Menghini leyó que el rescripto
debía enviarse contemporáneamente al Ordinario de
Turín, no creía a sus propios ojos. Sin embargo,
escribía a don Bosco y observaba: <>. No ignoraba él que lo
que más confortaba a don Bosco en estas
contingencias era que no había disminuido la
benevolencia del Papa. Por esto, habiendo obtenido
del Padre Santo una audiencia para agradecerle su
elección para canónigo de la insigne Colegiata de
San Eustaquio, intencionadamente le habló de don
Bosco y advirtió que el Papa escuchaba con
satisfacción cuanto le estaba refiriendo. Y se
apresuró a dar noticias de ello al mismo don
Bosco.
A decir verdad, don Bosco, según su costumbre,
sufrió la amarga negativa con admirable
resignación y tranquilidad de espíritu 1. Pero
resignarse no quiere decir darse por vencido.
Al llegar aquí, el historiador, deseoso de
descubrir la causa del hecho, no tiene más que un
camino para indagarlo. Suponer que hombres tan
eminentes obrasen en asunto de tanto relieve por
pasión
1 Carta de Menghini a don Bosco, 26 de
septiembre de 1875.
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