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y se cometen; pero siempre queda más o menos en
duda el valor que se les deba atribuir. De todas
maneras no es decoroso para el historiador dar
noticias de origen menos limpio.
Precisamente aquel 16 de septiembre concluía
monseñor Vitelleschi sus funciones de Secretario
de Obispos y Regulares, por haber sido elevado a
los honores de la Sagrada Púrpura, y las concluía
precisamente con la relación del asunto de don
Bosco. Verdaderamente ya hacía dos días que había
pasado oficialmente sus funciones al sustituto;
pero quiso reservarse sólo la cuestión de don
Bosco; por esto participó en el Congreso de la
Comisión Cardenalicia.
La sesión se abrió a las nueve y se clausuró al
mediodía. >>Qué se había decidido? Oficialmente no
se podía saber nada; el juicio consultivo de la
Comisión debía ser comunicado en una próxima
audiencia al Papa, a quien correspondía ((**It11.198**))
pronunciar la última palabra. Pero, como al día
siguiente se celebraba el Consistorio para
conceder la palabra a los nuevos Cardenales, se
preveía que sería imposible dicha audiencia; por
tanto, la sentencia definitiva se debía trasladar
a la semana siguiente, y entonces ya no podía
presentar la relación el cardenal Vitelleschi,
sino el nuevo Secretario por elegir o el
sustituto. <<íSi estuviera aquí el cardenal
Berardi!>>, exclamaba en una carta monseñor
Fratejacci, que con toda razón esperaba de él una
actuación eficaz ante el Pontífice...
Pero el Cardenal se encontraba fuera de Roma.
<>. Y
después, ofreciendo sus servicios, proseguía:
<>.
Pero ocurrió lo imprevisto e imprevisible. El
nuevo purpurado, que después del Consistorio ya no
tenía por qué ocuparse del asunto, asumió el
encargo de llevar él mismo aquella tarde del 16 el
resultado de la Comisión al Padre Santo, <>, apunta monseñor Fratejacci, esto
es, como él mismo explica, <> 1.
A la mañana siguiente, le respondió al abogado
Menghini que le
Léase la extensa carta en el Apéndice;
documento n.° 17.
(**Es11.173**))
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