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el sesgo que parecía tomar el asunto, siguió un
consejo que Menghini le había dado: intervino
directamente ante la Comisión para recomendar la
propia causa. Escribió, pues, a cada uno de los
Cardenales y a monseñor Vitelleschi una carta por
este estilo:
Eminencia Reverendísima:
Si por suerte me encontrara en Roma en estos
días, pondría todo mi empeño en cumplir un grave
deber yendo personalmente a saludar a V. E. Rvma.,
para recomendar a su bondad la Congregación
Salesiana, respecto a la cual ha sido invitado S.
E., a proferir un juicio de tan gran importancia
como es la comunicación de los Privilegios que
generalmente gozan ya los demás institutos
religiosos aprobados por la Iglesia.
Permita que me sirva de este humilde escrito.
S. E. se me mostró padre benévolo y bienhechor
insigne en el momento de la aprobación; dígnese
ahora continuar otorgándome su benevolencia para
que esta humilde Congregación pueda conseguir el
insigne favor de la Comunicación de los
privilegios. Dos grandes ventajas se derivarían de
esta concesión:
1.¦ La Congregación Salesiana se pondría al
mismo nivel de las otras ante las autoridades
eclesiásticas.
2.¦ Debiéndose trasladar los Salesianos el
próximo octubre a la República Argentina para
abrir un Colegio en favor de las Misiones, y
habiéndose convenido, a petición de aquel
Ordinario, hacerse cargo de unas escuelas públicas
y de una iglesia en San Nicolás de los Arroyos,
sería muy útil que nuestros religiosos gozasen de
los mismos privilegios y gracias espirituales que
las demás órdenes religiosas ((**It11.197**)) y
Congregaciones Eclesiásticas existentes en aquel
vastísimo país.
Con este medio desaparecería igualmente el
motivo de la oposición del Ordinario de esta
Archidiócesis de Turín, el cual no se persuade de
que la Sociedad Salesiana esté definitivamente
aprobada porque no le consta que goce de los
privilegios de las otras Congregaciones.
Con todo, me remito a la alta e iluminada
sabiduría de V. E. asegurándole que, tanto por la
caridad ya tenida, como por la que esperamos
todavía, nos tendrá a los Salesianos eternamente
agradecidos, y elevando cada día especiales
oraciones por la preciosa conservación de sus
días, llenos de bendiciones celestiales.
Mientras se hacen en todas las Casas Salesianas
oraciones y ayunos para que Dios le inspire lo que
sea para su mayor gloria, tengo el alto honor de
inclinarme y besar la sagrada púrpura con la
máxima veneración,
De S. E. Rvma.
Turín, 11 de septiembre de 1875.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
La discusión, fijada para el 9 de septiembre
tuvo que ser aplazada hasta el 16 por un
impedimento imprevisto. Difícilmente puede ser
objeto de historia lo que se hace o se dice en
tales reuniones, puesto que están rodeadas de
obligado silencio. Se pueden cometer
indiscreciones,
(**Es11.172**))
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