((**Es11.156**)
instrucciones sobre el modo de regularse en estas
cuestiones. El Arzobispo de Seleucia le preguntó
qué privilegios necesitaba.
-Muchos, le respondió; unos para la buena
marcha de la Congregación y otros para las buenas
relaciones con las autoridades eclesiásticas
locales.
Y le presentó una lista con cerca de ochenta.
Sondeó, pues, el terreno para ver si había
posibilidad de obtener per assim ilationem los
privilegios de otras Congregaciones. El Prelado le
respondió:
-El Padre Santo goza de plena autoridad, él
puede derogar una ley que él mismo ha dado.
Háblele de ello.
-Monseñor, díjole entonces don Bosco
mostrándole todo un librote; presentaré al Padre
Santo este libro que contiene los privilegios de
los Redentoristas y le suplicaré que nos dé otro
semejante a éste.
-Por favor, replicó Monseñor, no se lo enseñe
al Padre Santo; se espantaría ante tantas
concesiones y no sólo no se las concedería a
usted, sino que se las quitaría a los demás.
((**It11.177**)) Don
Bosco comprendió que se requería mucho tacto.
Cuando estuvo con el Padre Santo y llegó la
ocasión de hablar sobre el asunto, hízole ver la
imperiosa necesidad que tenía de obtener los
privilegios que correspondían a otras Ordenes. Y
el Papa le respondió:
-Pues bien, haced la solicitud.
-Santidad, hay una dificultad: hace casi
treinta años que se determinó no concederlos más
en conjunto por vía de asimilación.
-Haced como han hecho las otras Congregaciones
aprobadas por Nos.
-Ahí está la dificultad, Padre Santo, que el
pobre don Bosco es el primero que se encuentra en
este apuro. La última vez que se concedieron estos
privilegios por asimilación fue al Instituto de la
Caridad; y se los concedió vuestro predecesor
Gregorio XVI, el 30 de diciembre de 1838.
->>Y entonces?
-Su Santidad tiene todos los poderes. >>Si
quisiera hacer todavía una excepción?
-Pues la haré. Presentad la petición a las
Congregaciones de Cardenales, ellos la examinarán,
la discutirán y me informarán, y veremos lo que se
puede hacer. Por mi parte estoy dispuesto a hacer
todavía esta excepción.
Don Bosco agradeció cortésmente al Papa tan
insigne acto de benevolencia. Pero era un asunto
serio para él: tenía que volver a empezar desde el
principio. En pocos días debía realizar un trabajo
que normalmente
(**Es11.156**))
<Anterior: 11. 155><Siguiente: 11. 157>