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misioneros que, a fines de octubre, guiados por
don Juan Cagliero, partirán para el otro mundo, o
mejor al nuevo mundo.
((**It11.154**)) Le
acompaño la nota del equipo personal
imprescindible; necesitan que los buenos
cristianos ofrezcan su bolsa, ya que ellos van a
ofrecer su vida en medio de las tribus salvajes de
la Patagonia.
Haga pues, así: dése una vuelta, y tantos
cuantos sean los objetos que envía, otros tantos
sean los proveedores que los paguen. Si hace esto,
recomendaré al Papa que le haga monseñor o algo
más.
Ya veremos; Charitas omnia vincit.
Advierta que urge el que yo provea todo esto y
aún no cuento con un hilo ni con un céntimo para
ello.
Entre otros, me parece que usted puede invitar
con éxito a don Chiatellino de Villa Stellone, a
monseñor Appendino, al teólogo Fascio, párroco, a
su hermano el vicepárroco, al señor Assom antiguo
agente del señor Villa, al farmacéutico señor
Garabello, al señor Alloatti, al señor Marcellino
y otros.
En Carignano: a madame Calosso, al teólogo
Langero, a madame Aghemo viuda, al párroco
Febbraro y su coadjutor del Borgo, a don Miguel
Angel Chiatellino, al Rvdo. Robatto, párroco de
Santena y otros que Dios pondrá en su cabeza como
personas de caridad y buena voluntad.
Si llegara la señora Duquesa, creo que también
ella puede hacer algo.
Que Dios nos bendiga. Sufra y hágalo todo por
amor de Dios,
Mientras, le soy en Jesucristo
Turín, 25-9-1875.
Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.
El equipo personal para diez individuos y todo
lo necesario para el sagrado ministerio, el
estudio y la escuela, importaba gastos enormes, a
los cuales ciertamente no podía hacer frente el
Oratorio. Se necesitaban zapatos, medias,
calcetines, camisas, sotanas, capas, abrigos, ropa
de cama, ornamentos de iglesia, vasos sagrados,
misales, antifonarios, libros de lengua española y
francesa, textos de teología, obras predicables,
manuales de ascética, etc... Don Bosco, siempre
muy práctico, compiló una lista pormenorizada,
detallando la cantidad y el importe 1. Hizo de
ella abundantes copias y las envió a muchas
partes.
Hubo en Turín una admirable porfía de caridad.
El Instituto de las Hijas de Militares, el
Instituto del Refugio, el de las Magdalenas, el de
las Huérfanas, de Santa Ana, de San José, de San
Pedro, ((**It11.155**)) el de
las Fieles Compañeras de Jesús, del Buen Pastor,
de la <>, muchas familias privadas,
trabajaban día y noche para preparar el ajuar
necesario. Al mismo tiempo llegaban al Oratorio
paquetes de
1 Véase: Apéndice, documento n.° 13.
(**Es11.137**))
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