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CAPITULO VII
DEFINITIVA ACEPTACION DE LAS MISIONES
DE AMERICA
PIO IX, que en los inicios de su sagrado
ministerio había visitado Argentina 1 en 1823 y
conocía muy bien la abundante mies que allí le
esperaba, escuchó con gusto los propósitos de don
Bosco acerca de las Misiones por aquellas tierras,
y se entretuvo largo tiempo hablando de ello.
Don Bosco, que había ido a Roma para obtener,
como siempre, luz, consejo y aprobación del
Vicario de Jesucristo, apenas contó con la
aprobación y recibió la bendición del Sumo
Pontífice, se entregó con toda su alma a la
empresa, cuyos primeros pasos había dado.
Tras los preliminares, ya expuestos en el
volumen X, se habían entablado gestiones más
concretas. La antevíspera de san Francisco de
Sales llegaron las respuestas de América,
aceptando todas las condiciones puestas por don
Bosco y, al mismo tiempo, solicitando la partida
de los Salesianos. Las cartas, dirigidas al cónsul
argentino Gazzolo, debían ser comunicadas por él
oficialmente.
Don Bosco quiso que esta comunicación se
hiciera con la máxima solemnidad.
Por eso dispuso en el día de la fiesta, por la
tarde, se reunieran en el salón de estudio todos
los alumnos del ((**It11.143**))
Oratorio y todos los Superiores; frente a ellos se
montó una gran plataforma. Subieron a ella en
derredor de don Bosco, que presidía, miembros del
Capítulo Superior y los Directores de las casas,
reunidos aquellos días para las conferencias
generales. Muy pocos sabían el motivo de aquella
novedad, así que la expectación era
extraordinaria. A una señal de don Bosco, el
cónsul Gazzolo, vestido con traje de uniforme de
gala avanzó en medio de un religioso silencio y
leyó en voz alta las cartas argentinas. A
continuación, don Bosco se puso en pie, tomó la
palabra y dijo que, por cuanto de él dependía, se
aceptaban las propuestas, y que no
1 Siendo joven sacerdote fue a Chile como
auditor del delegado pontificio monseñor Muzzi.
Desembarcaron en Buenos Aires, atravesaron las
Pampas y la Cordillera y llegaron a Santiago, tras
fatigas sin cuento.
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