((**Es11.110**)
Mi buena Mamá:
Acabo de hablar con el Padre Santo y esta vez
he tenido comodidad para hablarle un poco de usted
y de su familia; y el Padre Santo se complació en
recordarla a usted, al señor Conde de casa
Medolago, su marido, y me encargó les comunicara a
todos su bendición apostólica.
Me pareció oportuno pedir una bendición
especial para el señorito Manuel y encomendarlo a
sus oraciones. Palparemos sus buenos resultados.
El Tíber se ha dado esta mañana un paseo fuera
de su cauce ordinario y se extiende por varios
puntos de la ciudad; veremos hasta dónde llegará.
Espero estar en Turín para Semana Santa, y
contarle algo de palabra. El Padre Santo goza
ahora de muy buena salud y se manifiesta jovial y
laborioso, como si todo marchara bien. Es una
maravilla sin precedente. Mi salud marcha bastante
bien.
Dios le conceda santidad y salud en abundancia.
Ruegue por mí que siempre seré con gratitud en
Jesucristo
Roma 2-3-1875.
Su humilde servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P. D.-Don Joaquín Berto le presenta sus
saludos. Guardo un objeto del Padre Santo en mi
poder y se lo entregaré en Turín.
3. A la señora Eurosia Monti
Quedo viuda a poco y fue cooperadora eximia del
Oratorio. El Coronel era precisamente su marido.
También ella había perdido recientemente al
<<último hermano superviviente>>, ((**It11.122**)) el
teólogo Golzio, que había sido cooperador del
teólogo Guala y del beato Cafasso en la Residencia
Sacerdotal, y confesor de don Bosco, tras la
muerte de éste último. Había sucedido al canónigo
Galletti, nombrado Obispo de Alba, en la direccion
de la Residencia Sacerdotal.
Muy distinguida señora Eurosia:
Durante mi estancia en Roma he pensado muchas
veces en usted y en la soledad en que se
encuentra. A más de pedir todos los días en la
santa misa, que la conserve Dios muchos años de
vida feliz, me ha parecido bien pedirle al Padre
Santo una bendición especial para usted. Escuchó
con agrado cuando le hablé de usted y se condolió
de la inesperada muerte del señor Coronel, y
recordando aún al último hermano superviviente,
concluyó: -Decidle de mi parte que nos espera una
patria mejor y que allí tendremos el consuelo de
encontrar a nuestros seres queridos. Comunicadle
mi bendición apostólica, con una indulgencia
plenaria, para lucrarla a su voluntad; que ruegue
mucho por las necesidades presentes de la Santa
Iglesia. He querido escribirle esto porque estoy
convencido de que le gustará.
He hablado mucho de usted con monseñor
Fratejacci, que también ha estado enfermo. Sintió
mucho la dolorosa pérdida del llorado Coronel.
(**Es11.110**))
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