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importancia. Quería que su representante le
enviara, vez por vez, los nombres de los muchachos
del Oratorio que, por haberse distinguido durante
la semana con su buena conducta y aplicación,
obtuvieran el ansiado premio de sentarse el
domingo a la mesa del Padre.
Don Joaquín Berto, el secretario, unióse a don
Bosco dos días más tarde en San Pier d'Arena,
desde donde partieron juntos camino de Roma, hacia
la media noche del 17.
Llegaron a las tres de la tarde del 18. Allí
les esperaba en la estación, con el coche, un
empleado de Tor de'Specchi, que condujo a los
viajeros a la vía Sistina, número ciento cuatro,
donde vivía el agente de expediciones apostólicas,
Alejandro Sigismondi, en cuya casa, como en año
anterior, tomaron alojamiento. Allí había
comodidad para celebrar la misa. Sigismondi
conservó con veneración los ornamentos y el cáliz
empleados por don Bosco, hasta que, muerto el
piadoso señor, su familia los entregó a los
Salesianos de Roma.
((**It11.112**)) La
lluvia no permitió a don Bosco salir aquella
tarde; así que, como llevaba tantas cosas que
despachar, preparó cómodamente su plan. Nos
ahorraremos repetir cosas que ya conocen nuestros
lectores por los volúmenes anteriores; sólo
queremos referirnos a algunas personas y familias
de Roma que, desde hacía tiempo, mantenían
relaciones cordiales con don Bosco, el cómo y el
por qué.
La mañana del 19 envió a su secretario a
presentar sus saludos a monseñor Vitelleschi, con
quien tenía muchos asuntos que tratar. Este le
dijo que también su cuñada, dama de eximia piedad,
tenía deseos de ver al Siervo de Dios. Y entretuvo
un rato a don Joaquín preguntándole por la
Congregación y dándole la noticia de que aquel
mismo día había enviado una carta el Ordinario de
Turín en la que, dejando de lado la cuestión de
los seminaristas, se lamentaba de que don Bosco
recibía en su casa a sus sacerdotes sin pedirle
licencia. Don Joaquín Berto pudo asegurar al
Prelado que no había ningún sacerdote ni clérigo
del Arzobispo que se encontrara en las casas de
don Bosco. Concertaron una visita de don Bosco a
casa Vitelleschi para las tres o las cuatro de la
tarde.
Don Bosco fue puntual. La noble familia le
colmó de atenciones y le invitó para comer el
domingo 21. No se pudo en aquellos momentos hablar
de asuntos serios, porque Monseñor se disponía a
salir para ir al Vaticano; pero lo citó para el
día siguiente.
De allí se dirigió don Bosco al Foro Trajano
para consolar al abogado Bertorelli, inmensamente
afligido con la pérdida de su hijo único.
Y, cumplida esta obra de caridad, anota
cuidadosamente el secretario que pasaron por una
barbería, antes de ir a visitar al cardenal
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