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<>1. Después hizo que
fuera comunicado también a los de las otras casas,
con estas emotivas palabras:
Doy gracias ante todo a Dios por haberme dejado
escapar con vida, y después a todos vosotros por
los cuidados que me habéis prodigado a lo largo de
esta enfermedad, asistiéndome día y noche y
dispensándome verdaderamente las atenciones de los
hijos afectuosos con su Padre. Durante los años
pasados solía hablar esta noche a los muchachos y
darles un saludable recuerdo. Hoy he pensado
reuniros a vosotros, y ((**It10.1037**)) con
vosotros a todos mis queridos hijos, esparcidos
por las diversas casas de Turín, Borgo San
Martino, Lanzo, Alassio y Marassi, para daros mi
aguinaldo y auguraros un feliz año nuevo.
Buen ejemplo, os diré: Praebe teipum exemplum
bonorum operum (muéstrate a ti mismo cual ejemplo
de buenas obras), diré a cada uno de vosotros. Sí,
todos los aquí presentes sois maestros; el que no
lo es de ciencias debe serlo de moralidad; y por
tanto, no suceda nunca que se inculque en los
demás la práctica de una virtud, el cumplimiento
de un deber, sin que seais los primeros en
practicarlo. Nuestro Divino Maestro coepit facere
et docere (comenzó por hacer y enseñar); haced
vosotros de tal forma que nunca suceda que un
joven os aventaje en la virtud, pues sería
vergonzoso para el estado de perfección que habéis
abrazado.
>>Y cuál será la llave del buen ejemplo para
nosotros? Son las reglas de la Congregación y
especialmente la obediencia. Dadme uno observante
de las reglas y obediente y veréis que es modelo
en todo. Obediencia, pero no una obediencia que
discute y examina lo que le mandan; sino una
verdadera obediencia, que nos hace cumplir con
alegría lo que se nos manda y lo cumplimos como
algo bueno porque nos lo manda el Señor. No toca
al inferior juzgar las cosas de la obediencia,
sino al Superior que debe dar cuenta de todo y de
todos, especialmente del alma de cada uno de
aquéllos a cuyo frente púsole la divina
Providencia. Obedite praepositis vestris et
subiacete eis, ipsi enim pervigilant quasi
rationem reddituri pro animabus vestris, (obedeced
a vuestros superiores y estad sometidos a ellos,
pues velan por vuestras almas como quienes darán
cuenta de ellas).
Y ahora que hablo de obediencia a los
Superiores, quiero también hablar de la humilde
dependencia mutua, de la corrección fraterna y de
la obligación que tiene cada uno de recibir bien
cualquier aviso, que le da un compañero y aun un
inferior. Que no haya nunca entre vosotros
críticas y murmuraciones; el que critica, de
cualquier modo que sea, a su hermano es un
traidor.
íObediencia! Y esta obediencia a la regla y a
los superiores no sólo hace que sirvamos de buen
ejemplo a los demás, de suerte que quien nos ve
glorifica Patrem nostrum qui in coelis est (a
nuestro Padre que está en los Cielos), sino que
producirá alegría en nuestro corazón, y cuando
estemos en los últimos momentos de la vida será
nuestro único consuelo. Siempre estuve convencido
de ello, pero lo experimenté especialmente durante
esta mi última enfermedad. El mayor consuelo que
tenía era el pensamiento de que, por la gracia de
Dios había hecho algo para su mayor gloria.
1 Lo tomamos de la copia que don Francisco
Cuffía, Prefecto de Varazze, envió a don Juan
Bonetti, director del Colegio de Borgo San
Martino, en la que dice haberse esforzado por
escribirla textualmente.
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