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7. Varón justo
((**It10.94**)) Don
Bosco no desperdiciaba ocasión para inculcar en
sus hijos la más ferviente gratitud a la Celestial
Auxiliadora con la práctica ejemplar de la
pobreza.
Para estimularlos a amarla y practicarla
ejemplarmente solía contar, visiblemente
emocionado, que hasta los más pobres sentían el
deber de darle alguna limosna en señal de
agradecimiento por gracias obtenidas, y que él,
comprendiendo perfectamente el sacrificio que se
imponían, tenía con ellos una discreción
conmovedora.
Un día volvía de la ciudad al Oratorio y se
encontró, junto a la portería, con una pobre mujer
que llevaba a su hijito de un año en brazos;
estaba tan pálido y flaco, tenía los ojos tan
apagados, la carita tan cubierta de postillas, tan
inmóvil y callado, que parecía un cadáver.
Detúvose y, mirando al pobrecito niño, dijo a la
madre:
->>Es suyo:
-Sí, señor.
->>Cuánto tiempo hace que está enfermo?
-Desde que nació está así.
->>Le ha llevado a los médicos?
-Sí, señor; pero me han dicho que no hay nada
que hacer.
->>Le gustaría a usted que curase?
-íImagínese! íPobre hijito mío!
Y lo besaba, pero el niño seguía inmóvil e
insensible.
->>Lo ha recomendado ya a la virgen?
-Sí, pero no experimenta mejoría alguna.
->>Y va usted a recibir los sacramentos?
-Alguna vez.
((**It10.95**)) ->>Cree
que la Virgen puede curar a su hijo?
-Sí, pero no merezco gracia tan grande.
->>Y si la virgen se lo curase, qué haría en su
honor?
-Le entregaría lo mejor que tengo.
->>Quiere que le dé la bendición de María
Auxiliadora?
-íSí, sí, don Bosco!
-Pues bien: vaya a confesarse y comulgar cuando
pueda; rece durante nueve días tres padrenuestros,
avemarías y glorias en honor de María Auxiliadora.
Invite también a su marido a rezarlos, y la Virgen
les escuchará.
Y bendijo al niño.
Quince días más tarde, domingo, entraba en la
sacristía del Santuario, en medio de un tropel de
gente, que se apiñaba para hablar(**Es10.95**))
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